La pulseada salarial en estaciones de servicio y la búsqueda de unidad en la CGT
El secretario general de los trabajadores de estaciones de servicio en San Juan, Víctor Menéndez, analizó el presente de la actividad en un contexto marcado por aumentos parciales y el freno oficial a las paritarias. Con mirada crítica, reclamó unidad en la CGT de cara a la renovación de autoridades y subrayó los desafíos que enfrenta el movimiento obrero en tiempos de inflación, pérdida de poder adquisitivo y transformación tecnológica.
El dirigente sindical explicó que, tras una negociación compleja, se alcanzó un acuerdo salarial que incluye incrementos escalonados: 3% para mayo, 4,8% en agosto y sucesivos aumentos del 1,5% entre septiembre y noviembre. Si bien reconoció que la mejora está lejos de compensar la inflación, sostuvo que la intención fue evitar que los trabajadores quedaran desfasados, aunque el ajuste no satisface las expectativas ni de los gremios ni de los asalariados.
Menéndez cuestionó con dureza el rol de la Secretaría de Trabajo, que estableció un límite a las homologaciones, impidiendo superar aumentos superiores al 1% en muchos casos. “El salario se ha convertido en un fantasma para el empresariado en un contexto de inflación y déficit económico”, señaló, aludiendo a la tensión permanente entre las cámaras empresarias y los gremios.
La situación no es ajena a lo que muestran diversos informes privados. Según recientes estudios de consultoras, los sueldos de convenio vienen registrando una pérdida sostenida frente al avance de los precios, tendencia que se arrastra desde marzo y se consolidó en julio. Menéndez advirtió que los incrementos parciales, aunque paliativos, no alcanzan a recomponer el poder de compra de los trabajadores, golpeados por la escalada inflacionaria en alimentos y servicios básicos.
El sindicalista destacó además la paradoja de los empresarios pymes del sector, quienes —más allá de estar del otro lado de la mesa de discusión— también enfrentan el deterioro de su poder adquisitivo como consumidores. “Son padres de familia, van al supermercado y sufren lo mismo que cualquier trabajador”, remarcó, trazando un puente de empatía en medio de la negociación.
CGT: unidad frente a un futuro incierto
La entrevista derivó hacia el plano nacional, donde la CGT prepara su congreso para renovar autoridades en noviembre. Menéndez fue contundente: “El movimiento obrero debe estar más unido que nunca”. La discusión interna gira en torno a la conformación de un secretario general único o un triunvirato, fórmula que suele aparecer en momentos de tensión interna.
Con fuerte impronta histórica, el dirigente evocó a un líder como Saúl Ubaldini, manifestando su inclinación por el modelo de conducción única, aunque dejó abierta la posibilidad de aceptar un triunvirato si garantiza la unidad. “Lo que importa es enfrentar los grandes desafíos que vienen, desde la inflación hasta la robotización y la inteligencia artificial que ya generan pérdida de empleos”, subrayó.
La identidad de los trabajadores de estaciones de servicio
En medio de la coyuntura, Menéndez también rescató la memoria histórica de la actividad. Explicó la coexistencia de dos fechas significativas: el 27 de agosto, que conmemora la fundación de la federación nacional, y el 17 de noviembre, instaurado como el día de los trabajadores de Cuyo, ligado a la creación del sindicato mendocino en 1945 y su posterior expansión hacia San Juan, San Luis y La Rioja.
Recientemente, un fallo de la Cámara Nacional de Trabajo ratificó la representación del gremio cuyano en toda La Rioja, consolidando la identidad de la organización regional y ampliando su presencia en la zona.
En el final de la entrevista, el referente gremial aprovechó la ocasión para realizar una invitación para el próximo lunes 1 de septiembre a las 19 horas, donde se realizará un plenario en la CGT de San Juan, que incluirá un homenaje a dirigentes fallecidos, además de la bienvenida a nuevos secretarios generales.
Las palabras de Víctor Menéndez resumen las tensiones del sindicalismo en tiempos de crisis. De un lado, la puja por salarios que se licuan frente a la inflación y las restricciones impuestas desde el Estado; del otro, la necesidad de cohesión dentro de la CGT para enfrentar desafíos estructurales que exceden la coyuntura económica, como la reconversión tecnológica y la defensa de los derechos laborales.
En la antesala de un congreso que definirá el rumbo de la central obrera, Menéndez insiste en un concepto que atraviesa su discurso: la unidad como herramienta imprescindible para enfrentar la incertidumbre y sostener la dignidad del trabajo en un país donde los salarios han dejado de ser un motor de progreso para convertirse en un terreno de resistencia cotidiana.
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Las mujeres de la CGT exigen participación real en la conducción: paridad, poder y representación sindical
Más de 500 dirigentas de 34 gremios participaron de un encuentro nacional en el que reclamaron la incorporación femenina al triunvirato de la CGT. Con el respaldo de los principales referentes sindicales, las trabajadoras impulsan una agenda que busca traducir en poder real la creciente participación de las mujeres en la estructura gremial.
En una jornada que podría marcar un antes y un después en la historia del sindicalismo argentino, la Mesa de Mujeres de la CGT reunió a más de quinientas dirigentas de 34 gremios en un encuentro que combinó militancia, debate y organización política. El reclamo fue claro y contundente: una mujer en el triunvirato que conduce la central obrera.
Durante el acto, se presentó la “Declaración de las Mujeres Trabajadoras de la CGT”, un documento que plantea la necesidad de garantizar una representación femenina proporcional en todos los niveles de decisión. El texto, producto de un consenso transversal, sostiene que la paridad no debe ser entendida como una concesión, sino como una consecuencia lógica del protagonismo que las mujeres han construido dentro del movimiento obrero.
“Una mujer en el triunvirato no es un símbolo, es el reconocimiento de una realidad que se organiza todos los días y sostiene la fuerza vital del movimiento obrero”, expresa el documento, que fue leído ante una sala colmada de dirigentas sindicales y referentes de peso en la CGT.
Entre los dirigentes presentes estuvieron Héctor Daer, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri, Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Julio Piumato, quienes acompañaron la convocatoria en señal de apoyo a un proceso que, aunque interno, tiene una fuerte proyección política y social.
Un proceso de construcción colectiva
El avance de las mujeres en la CGT no surgió de un gesto espontáneo, sino de un proceso sostenido de organización que se consolidó tras la reforma del Estatuto en 2021, cuando se incorporó la paridad de género en la conformación del Consejo Directivo. A partir de ese cambio, se desplegó una red de acción que multiplicó espacios de trabajo, encuentros regionales y articulaciones entre gremios.
La co-secretaria de Derechos Humanos de la CGT, Maia Volcovinsky, definió este momento como el resultado de una construcción legítima:
“Si pedimos estar en los niveles de decisión es porque lo practicamos hacia adentro. Somos quienes más sufrimos las políticas neoliberales, pero también las que más trabajamos para revertirlas. Nuestra participación fortalece a la CGT y al país.”
En la misma línea, Marina Jaureguiberry, secretaria general del SADOP y miembro del Consejo Directivo, reivindicó la raíz histórica del movimiento:
“Venimos de una tradición que nos legó Eva Perón: la organización y el poder de las mujeres. Este es un día histórico; cuando se cuente esta historia podremos decir que estuvimos acá, siendo protagonistas.”
Por su parte, Vanesa Núñez, dirigente de UTEDYC y co-secretaria de Innovación y Futuro del Trabajo, destacó el carácter colectivo del proceso:
“El poder que construimos no es patriarcal ni individual; nace del trabajo en red, de cada compañera y de las que nos sostienen. Eva Perón nos enseñó a ejercer el poder mirando la realidad. Cuando llegue una, llegamos todas.”
El desafío de la representatividad
El reclamo por una mujer en el triunvirato no se limita a una demanda simbólica: apunta a redefinir la distribución real del poder dentro del sindicalismo argentino. La CGT, históricamente conducida por hombres, enfrenta hoy el desafío de adecuar su estructura a una composición social donde las mujeres ocupan un rol creciente en el trabajo formal, en la negociación colectiva y en la representación gremial.
El debate interno combina tensiones y aprendizajes. En un contexto económico difícil, con caída del salario real, precarización laboral y reformas en discusión, las dirigentas sostienen que la mirada femenina aporta una agenda más inclusiva, que contempla tanto la defensa del empleo como las condiciones de vida, la equidad y la economía del cuidado.
En la Declaración de las Mujeres Trabajadoras, se afirma que la unidad del movimiento obrero solo será posible si sus estructuras reflejan la pluralidad de quienes lo integran:
“Somos parte sustancial de la unidad. Nacimos y crecimos dentro del trabajo, de la organización y de la lucha. Sostenemos la fuerza, el pensamiento y la estructura del sindicalismo argentino.”
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Renunció la subsecretaria de Trabajo Claudia Testa y agrava la interna en el Gobierno a horas de las elecciones
Claudia Testa dejará su cargo como subsecretaria de Trabajo en las próximas horas, apenas un día hábil antes de los comicios nacionales. Su salida se suma a las recientes renuncias del canciller Gerardo Werthein y del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, y refleja un nuevo foco de fractura en el gabinete de Javier Milei, marcado por disputas internas y desgaste político en plena cuenta regresiva electoral.
La funcionaria, que no alcanzó a cumplir un año en el cargo, abandona su puesto tras semanas de fuertes tensiones en el Ministerio de Capital Humano, conducido por Sandra Pettovello. Según confirmaron fuentes oficiales y sindicales, el conflicto se centró en los desacuerdos con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, por la gestión de expedientes y decisiones clave en materia laboral.
“El vínculo se volvió insostenible”, reconocieron fuentes cercanas a la cartera, que no descartan nuevas renuncias o movimientos después de las elecciones.
El detonante habría sido el reciente conflicto con la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), que expuso las profundas diferencias de criterio entre Testa y Cordero. La subsecretaria, con perfil dialoguista y llegada al ámbito gremial, cuestionó la forma en que el área laboral intervino en el conflicto, lo que habría precipitado su salida.
Una seguidilla de renuncias en el gabinete
El alejamiento de Testa se suma a la reciente renuncia del canciller Gerardo Werthein y al inminente apartamiento del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, cuya salida se oficializará el lunes próximo. Estos movimientos reflejan un momento de inestabilidad política dentro del Gobierno libertario, que enfrenta crecientes disputas internas y señales de fragmentación en su estructura de poder.
Desde su llegada a la administración nacional en enero de 2025, Claudia Testa se había posicionado como una figura con buena relación con los sindicatos y con experiencia en temas laborales. Su designación formó parte de la primera etapa de armado de Capital Humano, en la que Milei buscó incorporar perfiles técnicos y moderados para fortalecer el área laboral. Sin embargo, la convivencia con Cordero se deterioró rápidamente.
Con su salida, Testa se convierte en la quinta subsecretaria de Trabajo en la gestión libertaria. Antes que ella pasaron por el cargo Martín Huidobro, Horacio Pitrau, Mariana Hortal Sueldo y Liliana Acosta de Archimbal. Una rotación que evidencia la inestabilidad estructural en uno de los ministerios más sensibles del Gobierno.
Un golpe político en un momento crítico
La renuncia de Testa no sólo expone las tensiones entre funcionarios de Capital Humano, sino que también representa un nuevo golpe político para el presidente Milei en la recta final hacia las elecciones legislativas. La sucesión de salidas en puestos clave debilita la imagen de cohesión interna que el Ejecutivo intenta proyectar, mientras distintos sectores del oficialismo admiten que el clima dentro del gabinete “es de incertidumbre y desgaste”.
En un momento marcado por la caída de ministros, fricciones entre áreas y críticas cruzadas, la administración libertaria enfrenta su momento más complejo desde diciembre. Las internas en el núcleo de Capital Humano —una cartera que concentra políticas sociales, laborales y educativas— anticipan un nuevo reacomodamiento del gabinete después de los comicios.
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La CGT amenaza con romper con el Gobierno por la reforma laboral
El secretario general de la UOCRA, principal interlocutor de la CGT ante el Gobierno, cuestionó duramente los planes de flexibilización laboral que impulsa Javier Milei y anticipó que el sindicalismo no acompañará medidas inspiradas en el DNU 70/2023. En Azopardo reconocen que “no hay margen para seguir dialogando” con una gestión que, según acusan, busca debilitar derechos conquistados.
El clima entre la Confederación General del Trabajo (CGT) y el Gobierno nacional atraviesa uno de sus momentos más tensos desde la asunción de Javier Milei. Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA y pieza clave en la interlocución sindical con el oficialismo, lanzó una advertencia pública que podría marcar un punto de quiebre: la eventual salida de la central obrera del Consejo de Mayo, el espacio creado por el Ejecutivo para articular políticas con empresarios, legisladores y provincias.
Según fuentes cercanas al gremialista, la decisión se haría efectiva después de las elecciones legislativas del 26 de octubre. En la sede de la calle Azopardo aseguran que el sindicalismo se siente “sin interlocutor válido” y que los esfuerzos por mantener una mesa de diálogo “chocan con la lógica unilateral del Gobierno libertario”.
En una carta pública difundida por la UOCRA, Martínez fue categórico al rechazar el nuevo proyecto de reforma laboral que el Ejecutivo anticipó durante el Coloquio de IDEA. Para el dirigente, se trata de “una reedición del DNU 70/2023 en su capítulo laboral”, norma que —recordó— fue “rechazada por la CGT y judicializada con éxito”.
“La ausencia de un modelo económico que contemple el trabajo y los salarios como ejes del desarrollo retrasa cualquier posibilidad de progreso. Ningún país crece empobreciendo a sus trabajadores”, subrayó Martínez.
El dirigente advirtió que cada intento de avanzar sobre los derechos laborales en la historia argentina derivó en más precariedad y desigualdad, y volvió a defender la negociación colectiva como herramienta de justicia social.
“No es el salario el problema”
En contraposición al discurso oficial, que atribuye la falta de competitividad al “costo argentino”, Martínez argumentó que los verdaderos obstáculos se encuentran en “la mala gestión económica, tributaria y cambiaria”, y no en los sueldos. “El salario no tiene incumbencia en el costo argentino. El libre ejercicio de la negociación colectiva es la llave maestra del desarrollo”, afirmó.
Además, reclamó que el Gobierno mire hacia las pequeñas y medianas empresas, responsables de más del 90% del empleo formal del país. “No es el exceso de regulaciones lo que impide el crecimiento, sino la falta de políticas que generen condiciones reales de inversión y rentabilidad sostenible”, remarcó.
Llamado al diálogo, pero con límites
Pese al tono confrontativo, Martínez no cerró las puertas a la negociación, aunque advirtió que la CGT sólo participará de ámbitos de diálogo “siempre que no se pretenda cercenar derechos consagrados”. En ese sentido, definió la justicia social como “el horizonte irrenunciable del movimiento obrero”.
“Para el sindicalismo argentino, el diálogo es el medio que garantiza la justicia social, pero debe ser transparente, sustentable y abarcar todos los intereses, no sólo los empresarios”, sentenció.
En el entorno cegetista reconocen que el vínculo con el Ejecutivo está “en un punto crítico” y que, si se concreta la salida del Consejo de Mayo, se consolidará una ruptura institucional entre el Gobierno y la principal central sindical del país.
El posicionamiento de Gerardo Martínez no sólo refleja el hartazgo de la CGT frente a la política laboral del oficialismo, sino también una redefinición del mapa sindical de cara al nuevo ciclo político. El distanciamiento con el Gobierno libertario deja a la central obrera ante el desafío de sostener su rol negociador sin claudicar en la defensa de los derechos laborales. En tiempos de ajuste y reformas, el mensaje es claro: la CGT no está dispuesta a legitimar un modelo que, bajo la promesa de eficiencia, recorte las bases del trabajo digno.
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