Trabajadores Viales y Afines decidió renunciar a la retención sindical
El sindicato señaló que es en forma extraordinaria y como una forma de defender el bolsillo del trabajador.
La conducción del Sindicato Trabajadores Viales y Afines decidió renunciar a la retención sindical del gremio correspondiente a julio, que debía aplicarse sobre el primer tramo del incremento salarial anual, ante «la insensibilidad del Estado por la crisis económica que sufren los trabajadores y el magro aumento salarial anual del 18 por ciento, se adoptó la decisión para proteger el bolsillo de los empleados viales». Graciela Aleñá, secretaria general del sindicato explicó que la decisión fue adoptada de forma «extraordinaria» y agregó: «Aunque la decisión puede perjudicar el sostenimiento de la estructura gremial nacional, es una muestra de solidaridad ante la delicada situación de los trabajadores, que enfrentan la enorme pérdida de poder adquisitivo por ser la variable de ajuste».
Aleñá aseguró que el gremio «no percibirá ni descontará el 50 por ciento del aumento salarial» y dijo que es «una medida de emergencia ante la crisis, el vaciamiento de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) y su intento de privatización».
Criticó «la miserable oferta oficial de producir un aumento anual de solo el 18 por ciento» y la calificó de «provocación e injusticia hacia los trabajadores, que soportan ese vaciamiento y la falta de recursos para conservar y mantener las rutas».
La dirigente ratificó la necesidad de que se declare «la emergencia vial», un proyecto ya presentado en la Cámara de Senadores junto con un documento que refleja «la reducción de un 500 por ciento de las obras en el sector en cuatro años», concluyó.
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“‘Un futuro gris’: Víctor Menéndez alerta por salarios, migración y retrocesos laborales”
En diálogo con Mundo Laboral SJ, Víctor Menéndez, titular del sindicato de Estaciones de Servicio, delineó un panorama crudo sobre la situación económica, la caída del salario real, el avance de la recesión y la creciente migración laboral hacia países limítrofes. Además, analizó la estrategia de la CGT ante la reforma laboral y anticipó el escenario paritario que enfrenta su sector de cara al 2026.
La conversación con Víctor Menéndez deja en claro que la crisis económica dejó de ser un diagnóstico para convertirse en una condición estructural. La inflación que se desacelera a fuerza de recesión, el derrumbe del poder adquisitivo y el estancamiento productivo se entrecruzan en un escenario en el que —según los datos que cita— casi un 80% de los argentinos no logra llegar a fin de mes.
“Estamos viviendo un momento muy delicado. Los trabajadores están realmente apaleados, con salarios bajos y sin expectativas de mejora”, advierte. Su descripción abarca tanto a los asalariados activos como a los jubilados, cuyas prestaciones —recuerda— fueron históricamente referencia regional y hoy se encuentran entre las más deterioradas.
Menéndez remarca un punto que se repite en todos los sectores gremiales: la recesión como única vía para desacelerar los precios. No se trata de un dato menor: detrás de cada punto de inflación menos aparecen cierres de fábricas, suspensiones, despidos y un tejido productivo cada vez más debilitado. “No hay perspectiva de industrializar, de volver a producir. Se están cerrando industrias todos los días”, resume.
La migración laboral, un síntoma inesperado del deterioro
Uno de los fenómenos que más inquieta al dirigente es el crecimiento de la migración laboral hacia países vecinos. Una postal que invierte décadas de historia.
“Hoy los argentinos salen a buscar trabajo a Brasil y Paraguay. Eso no ocurría desde hace muchísimo tiempo”, afirma.
El dato implica una ruptura cultural y económica: en un país que durante años recibió trabajadores de la región, ver a sus propios ciudadanos cruzar la frontera por necesidad es, en términos simbólicos, un indicador profundo de retroceso.
El referente gremial vincula este proceso con lo que considera un cambio de prioridades por parte del Gobierno nacional, al que acusa de “combatir jubilados, trabajadores y pymes” mientras se alinea con sectores de fuerte poder económico. Ese vínculo político-económico, sostiene, alimenta un clima social que percibe como “oscuro” y sin horizonte claro.
CGT, unidad y reformas: un movimiento obrero en alerta máxima
La salida de la CGT del Consejo de Mayo y la inminente discusión de la reforma laboral abrieron una nueva etapa de tensión entre el Gobierno y el movimiento obrero. Menéndez, que participó de la última reunión de secretarios generales en San Juan, describe un encuentro marcado por preocupación, diagnósticos críticos y relatos de despidos y cierres en múltiples actividades.
“La situación es grave y nos obliga a estar unidos. Se vienen tiempos muy difíciles”, asegura.
De cara al 2026, anticipa que la unidad será el eje central de la renovación de autoridades de la central obrera:
“Habrá que elegir los mejores cuadros, pero siempre desde la unidad. Y también dar lugar a la generación joven que tiene ganas de participar”.
A la par, destaca un punto clave: el problema de un sindicato es el problema de todos. La lógica solidaria vuelve a tomar protagonismo en un contexto en el que, dice, cualquier organización puede ser la próxima en enfrentar conflictos.
Paritarias en el sector: salarios atrasados y una negociación que define 2025–2026
En materia salarial, Menéndez confirma que el gremio debe recomponer un tramo del acuerdo vigente, superado ampliamente por la inflación. La discusión incluye dos alternativas: recuperar lo perdido mediante un porcentaje adicional o a través de un bono compensatorio.
El representante sindical también anticipa que deberá cerrarse el tramo final de la paritaria 2025 —diciembre a marzo— para luego iniciar en abril la negociación 2026.
“La variable de ajuste no puede ser el salario”, subraya. Y añade:
“Los compañeros necesitan una recuperación real. No se puede vivir llegando al día 15 del mes”.
Sobre el proceso de homologación, recuerda que la Secretaría de Trabajo dispone de un plazo de 45 días y que, en caso de desacuerdo extremo, puede intervenir mediante un laudo arbitral. Sin embargo, aclara que en su actividad “nunca fue necesario llegar a ese punto”.
Reforma laboral: modernización sí, retrocesos no
De cara a las próximas semanas, Menéndez anticipa que la CGT convocará a los equipos jurídicos de todos los sindicatos para analizar el proyecto final de reforma laboral. La preocupación no se centra en la idea de modernizar aspectos vinculados a la tecnología o automatización, sino en la posible pérdida de derechos históricos.
“No nos oponemos a la modernización. Pero no podemos resignar conquistas que costaron décadas de lucha, salud y hasta sangre”, asegura.
La central obrera, afirma, buscará incidir mediante diálogo con diputados, senadores, gobernadores y todos los actores políticos involucrados. “En todas las provincias hay trabajadores, nadie puede mirar para otro lado”.
La entrevista con Víctor Menéndez dibuja un país donde la crisis económica opera como eje de todas las discusiones: salarios que no alcanzan, producción paralizada, migración creciente y un clima laboral en permanente tensión. En ese marco, la CGT se reorganiza, busca fortalecer su unidad y prepara una estrategia legislativa y territorial para enfrentar los cambios que el Gobierno proyecta.
El dirigente sintetiza su visión con una mezcla de preocupación y responsabilidad: la necesidad de defender el trabajo, fortalecer la unidad y asegurar que ninguna reforma implique un retroceso histórico.
En tiempos de incertidumbre, insiste, la organización sindical vuelve a ser el principal refugio de los trabajadores.
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Trabajadores del Correo Argentino denuncian pérdida salarial y falta de diálogo
La Federación de Obreros, Empleados y Trabajadores del Correo (FOECYT), encabezada por Alberto Cejas, lanzó un duro pronunciamiento contra el Gobierno nacional por la falta de actualización salarial. El gremio advirtió que “la paciencia se acaba” y que se intensificará la militancia en defensa del empleo y del Correo Argentino, al que definieron como “una empresa rentable, eficiente y de bandera”.
El texto, difundido tras la reunión del Cuerpo Federativo Nacional (CUFENA) en la sede sindical, sostiene que “no hay más tiempo para dilaciones” y que los trabajadores del Correo Argentino llevan “casi dos años de licuación sostenida” de sus ingresos, un fenómeno que —según afirman— ha pulverizado el poder adquisitivo en un contexto inflacionario persistente.
Durante el encuentro, los representantes gremiales coincidieron en que la situación salarial se volvió “insostenible” pese a que el Correo Argentino, aseguran, “es hoy una empresa rentable, eficiente y competitiva”, atributos alcanzados gracias al “esfuerzo cotidiano de sus trabajadores y trabajadoras”. La conducción sindical subrayó que los niveles operativos de la empresa estatal son comparables “con los de cualquier operador postal del mundo”, lo que refuerza la demanda de una recomposición salarial acorde con el rendimiento logrado.
“Es gracias al esfuerzo de los trabajadores y trabajadoras telepostales que esta empresa hoy no sólo es rentable, sino que es eficiente y competitiva”, señala el comunicado. “El Gobierno debe reconocer ese aporte y abrir de manera urgente un canal de diálogo salarial”, exige el gremio.
En otro pasaje del documento, la FOECYT advierte que “cuando hay necesidades extremas, la paciencia se acaba”, aunque también reconoce que el contexto laboral actual genera temor e incertidumbre. “Sin trabajo no hay posibilidad de discutir salarios”, afirma el texto, en alusión a la ola de despidos y cierres de sectores productivos que, según los gremios, están dejando fuera del sistema a cientos de familias trabajadoras.
La dirigencia sindical fue aún más lejos al denunciar que el Gobierno “favorece a aquellos que supuestamente venía a combatir: la casta política, financiera y empresaria”. Bajo la consigna “¡Unidos en acción!”, la conducción de Cejas anunció que se profundizará la militancia gremial y se reforzará la unidad interna “por nuestro salario, nuestro trabajo y nuestro querido Correo de bandera, que es de todos los argentinos”.
La FOECYT, que agrupa a empleados y trabajadores del servicio postal estatal, atraviesa una etapa de fuerte movilización interna, con asambleas y plenarios en distintos puntos del país. Los dirigentes aseguran que mantendrán el reclamo “con firmeza y responsabilidad”, pero sin descartar medidas de fuerza si no hay avances en la mesa salarial.
Hasta el momento, las autoridades del Correo Argentino no han emitido respuesta oficial. Sin embargo, fuentes del sector admiten que la presión gremial podría derivar en un nuevo capítulo de conflicto antes de fin de año, en un escenario donde los salarios públicos continúan rezagados frente a la inflación y la política de ajuste del gasto mantiene congeladas las paritarias del sector estatal.
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La CGT rompe el diálogo con el gobierno y activa un plan de lucha contra la reforma laboral
La central obrera decidió ausentarse de la reunión del Consejo de Mayo y resolvió convocar a su Consejo Directivo para discutir un plan de lucha, luego de que el Gobierno reinstalara los artículos más controversiales de la reforma laboral, en especial la limitación de las cuotas solidarias que financian a los sindicatos.
La relación entre la CGT y el Gobierno volvió a tensarse al máximo luego de que se conociera el último borrador de la reforma laboral, que incorporó modificaciones aún más profundas que las difundidas inicialmente. Al confirmarse que el texto final reinstalaba artículos que la central obrera rechaza de plano —en particular, la limitación de las cuotas solidarias—, la dirigencia sindical decidió dar un golpe político: su representante, Gerardo Martínez, no asistió a la reunión de este martes del Consejo de Mayo.
En Azopardo, la primera reacción fue de sorpresa, pero rápidamente se transformó en un diagnóstico compartido: “ganó Sturzenegger”, confesó un dirigente cegetista, en referencia al ministro de Desregulación del Estado, considerado el principal impulsor de una agenda abiertamente antisindical dentro del gabinete. Según remarcaron fuentes gremiales, el ala dura del Gobierno logró imponerse sobre los sectores más “políticos”, aquellos dispuestos a moderar el contenido de la ley para evitar una confrontación frontal.
Con ese escenario, la CGT convocó a su Consejo Directivo para este jueves, donde se discutirá un temario que ya tiene un punto central: definir un plan de acción.
El punto que encendió la mecha: las cuotas solidarias
Dentro del paquete laboral, ningún artículo genera tanta resistencia sindical como el que limita las cuotas solidarias, el mecanismo clave de financiamiento de los gremios. Estas cuotas consisten en un aporte obligatorio, acordado en los convenios colectivos, que se descuenta a todos los trabajadores de un sector, estén o no afiliados.
La última versión difundida el viernes parecía contener una concesión: ese artículo no estaba incluido. Sin embargo, el fin de semana, durante el armado final del texto, el sector más liberal del Gobierno logró reincorporarlo. La presión vino, principalmente, desde Sturzenegger, quien sostiene que estas contribuciones son “peajes sindicales” y promueve un sistema donde cada trabajador deba dar un consentimiento explícito para pagarla.
Para la CGT, ese cambio no es una cuestión técnica: es un golpe directo al financiamiento de la estructura sindical. Por eso fue una línea roja desde el principio, e incluso dirigentes cercanos al Gobierno, como Gerardo Martínez (UOCRA), habían planteado la necesidad de una “modernización laboral sin pérdida de derechos”.
Las tensiones internas del Gobierno y el factor político
Dentro del propio oficialismo conviven dos posturas. Por un lado, quienes apuntan a contener la conflictividad y sostienen que, aun concediendo a la CGT la eliminación de las restricciones a las cuotas solidarias, la central difícilmente apoye la reforma. Por el otro, el sector más ideológico, que insiste en avanzar sin matices y que volvió a tener influencia en esta instancia, con respaldo de figuras como Patricia Bullrich.
El resultado fue el peor escenario para la convivencia: la CGT percibe que el Gobierno no busca negociar, sino avanzar unilateralmente. Y el Gobierno, a su vez, calcula que cualquier concesión será interpretada como un signo de debilidad.
Un conflicto que se intensifica
Como consecuencia directa, la CGT ya se prepara para activar un plan de lucha que podría incluir movilizaciones, asambleas y medidas nacionales de fuerza. La central evalúa que la reinstalación de los artículos más duros del proyecto —y particularmente el referido a las cuotas solidarias— no deja margen para un acuerdo.
El conflicto, que hasta ahora se mantenía en el terreno técnico y político, entra así en una fase de confrontación abierta. En un contexto económico aún delicado y con otros sectores gremiales también tensos, la pulseada entre la CGT y el Gobierno promete escalar en las próximas semanas.
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