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Así lo informó la Organización Internacional del Trabajo, en el Día de la Juventud.


La tasa de desempleo juvenil en América Latina y el Caribe es de casi el 18 por ciento, el nivel más elevado desde que se registran los promedios regionales hace casi tres décadas, y “no se reducirá en el futuro”, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al conmemorarse hoy el Día Internacional de la Juventud.

El especialista regional en empleo juvenil del organismo laboral, Guillermo Dema, indicó que las tasas de desocupación juvenil son “un desafío para el futuro regional”, y explicó que 10 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años que procuran empleo “no lo logran”.

“Quienes lo consiguen enfrentan déficit de trabajo decente e informalidad. El tema es prioritario y urgente ante un desempleo juvenil sin precedentes”, puntualizó Dema.

El informe de la OIT ‘Perspectivas sociales y del empleo en el mundo Tendencias 2019’ indicó que la tasa de desempleo juvenil de América Latina y el Caribe fue de 17,9 por ciento en 2018 y de 18 en 2017, los niveles más altos desde 1991, que registró 11,1.

De un total estimado de 110 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años, 56,3 millones no integran la fuerza laboral, en su mayor parte estudiantes y, de los 53,7 millones que ya se incorporaron, al menos 9,6 millones no logran empleo (el 40 del total de desempleados).

Dema alertó sin embargo, a través de un comunicado, que es preciso considerar también la calidad del empleo al que acceden los jóvenes; afirmó que “el crecimiento económico es fundamental para recuperar el trabajo, pero la región lo hace de forma débil”, por lo que las perspectivas “no son buenas, ya que el crecimiento regional se redujo de 1,3 a 0,5 por ciento”.

“En esas condiciones, la desocupación juvenil no mejorará este año y podría empeorar. A nivel regional, subregional o nacional la tasa de desempleo juvenil duplica a la general y triplica a la de los adultos mayores de 25 años. Además, seis de cada diez jóvenes solo hallan trabajo informal, con poca estabilidad, sin marco contractual, malos salarios, ausencia de derechos y de protección social. Se trata de empleos precarios”, dijo Dema.

Fuente:mundogremial.com

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Marcha atrás del gobierno: el INTA no se fusionará con el INTI»

En una reunión con la Mesa de Enlace, funcionarios del gobierno confirmaron que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) no se fusionará con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), como se había rumoreado. La medida había generado preocupación entre los trabajadores de ambos organismos y las entidades agropecuarias.

La posible fusión del INTA y el INTI generó una fuerte resistencia entre los trabajadores y las entidades agropecuarias, que argumentaban que la medida implicaría despidos masivos y cierre de áreas específicas de investigación. Sin embargo, en una reunión con la Mesa de Enlace, el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Sergio Iraeta, y el presidente del INTA, Nicolás Bronzovich, confirmaron que la fusión no se llevará a cabo.

En su lugar, se prevé que algunas áreas de investigación del INTI que tienen relación directa con el agro pasen a formar parte de la estructura del INTA. Entre ellas, se mencionaron los trabajos en vitivinicultura, foresto-industria y carnes. La reestructuración del INTA saldrá por decreto y se espera que mejore el funcionamiento del organismo.

Importancia del INTA y el INTI:

El INTA y el INTI son organismos clave para la generación de innovación en los sectores agropecuario e industrial, respectivamente. Ambos organismos son fundamentales para el control de calidad de productos de exportación y para la asistencia técnica a las pymes.

Aunque se descartó la fusión, se anticipó que el INTA será objeto de una reestructuración que busca mejorar su funcionamiento. La medida será tratada por el Consejo Directivo del INTA y se espera que se implementen cambios que permitan una mayor eficiencia en el organismo.

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El Gobierno actualizó el Salario Mínimo por debajo de la inflación

El Gobierno dispuso aumentos escalonados en el salario mínimo, vital y móvil, pero muy por debajo de la inflación. La medida fue tomada después de que fracasara la reunión del Consejo del Salario, donde los representantes de los trabajadores y las cámaras empresarias no llegaron a un acuerdo.

El Gobierno de Javier Milei publicó en el Boletín Oficial la Resolución 5/2025, que establece aumentos en el salario mínimo, vital y móvil. Según la resolución, el salario mínimo subirá de $296.832 a $308.200 en mayo para trabajadores mensualizados que cumplen la jornada completa de trabajo, y a $1513 por hora para empleados jornalizados.

Los aumentos serán escalonados hasta agosto, con los siguientes montos:

  • Mayo: $308.200 para mensualizados y $1513 por hora para jornalizados
  • Junio: $313.400 para mensualizados y $1567 por hora para jornalizados
  • Julio: $317.800 para mensualizados y $1589 por hora para jornalizados
  • Agosto: $322.000 para mensualizados y $1610 por hora para jornalizados

Esta medida establece que la Prestación por Desempleo será equivalente a un 75% del importe neto de la mejor remuneración mensual, normal y habitual del trabajador en los seis meses anteriores al cese del contrato de trabajo.

La actualización del salario mínimo es insuficiente para cubrir la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. La inflación sigue siendo alta, y los aumentos establecidos no logran compensar la pérdida de valor del salario.

La reunión del Consejo del Salario fracasó debido a la falta de acuerdo entre los gremios y las cámaras empresarias. Los sindicatos reclamaban un incremento superior al 100%, mientras que las cámaras empresarias ofrecieron aumentos de apenas 1,3% por mes.

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Papa León XIV y el renacer de la Doctrina Social

La elección del cardenal Robert Prevost como Sumo Pontífice bajo el nombre de León XIV resuena con fuerza en un mundo laboral atravesado por la precariedad, la automatización y la desigualdad estructural. Con un guiño histórico a León XIII y su célebre Rerum Novarum, el nuevo Papa parece proclamar un programa ético que busca reconciliar el trabajo humano con los valores de justicia, dignidad y equidad en pleno siglo XXI.

La irrupción del Papa León XIV en la escena vaticana sacudió con delicada contundencia el tablero eclesiástico y político global. Su sola elección nominal —carga simbólica mediante— invoca sin disimulo a León XIII, el pontífice que en 1891 sacudió los cimientos del orden social con la encíclica Rerum Novarum, verdadero parteaguas en la historia del pensamiento católico. En ella, por primera vez, la Iglesia se pronunció con firmeza a favor del derecho de los trabajadores frente al poder avasallante del capital industrial. Más de un siglo después, en tiempos no menos convulsos, el nombre de León vuelve a la Cátedra de Pedro, sugiriendo un renovado compromiso con quienes siguen siendo los más vulnerables en el engranaje económico.

Lejos de tratarse de una anécdota litúrgica, el gesto encierra una declaración de principios. El mundo laboral contemporáneo no enfrenta ya chimeneas humeantes ni fábricas sobrepobladas, sino algoritmos opacos, plataformas digitales sin rostro, y un trabajador diluido entre contratos efímeros y demandas incesantes. El nuevo escenario, aunque distinto en sus formas, reproduce antiguas lógicas de subordinación. Ante esta realidad, la figura de León XIV se presenta como la posible catalizadora de una renovación ética del trabajo, anclada en la tradición pero atenta a las urgencias del presente.

El eco de Rerum Novarum se hace sentir con más actualidad que nostalgia. En 1891, León XIII hablaba de «la sagrada inviolabilidad del salario justo», del «derecho de asociación de los obreros» y de la «necesidad de armonizar los intereses del capital con los del trabajo». Hoy, esos principios requieren ser revisitados y recontextualizados frente a una economía que tiende a excluir, tercerizar y fragmentar. León XIV tiene la oportunidad, y quizá la responsabilidad, de traducir aquellos postulados fundacionales en nuevos marcos conceptuales que reconozcan la dignidad humana incluso en un entorno laboral desmaterializado.

En este sentido, su elección puede interpretarse como una continuidad y una profundización del camino trazado por Francisco I, quien no escatimó críticas al capitalismo salvaje ni al descarte social. León XIV, heredero espiritual de ambos pontificados —el del siglo XIX y el del XXI—, se enfrenta al desafío de reformular la doctrina social sin resignar su contenido esencial: el ser humano como centro del quehacer económico.

No es menor el contexto en que se inscribe este papado. El trabajo, cada vez más precarizado por las lógicas de mercado, ha dejado de ser garantía de integración. En la era de la inteligencia artificial, el dilema ya no es solo el desempleo, sino la deshumanización de la ocupación misma. Frente a ello, la Iglesia, lejos de clausurarse en debates autorreferenciales, podría retomar su rol de voz profética, capaz de interpelar tanto a los poderes financieros como a los Estados, y de tender puentes hacia los márgenes del sistema.

De hecho, no es improbable que el pontificado de León XIV se proponga actualizar el corpus doctrinario iniciado por Rerum Novarum, tal como Juan Pablo II lo hizo en Laborem Exercens (1981) o Benedicto XVI en Caritas in Veritate (2009). Sin embargo, más allá de las encíclicas por venir, el tono ya ha sido marcado: se trata de volver a poner en primer plano una concepción del trabajo no como mercancía, sino como realización de la persona y fundamento de justicia.

La elección de León XIV no constituye un mero ejercicio de continuidad simbólica, sino una invitación a repensar las bases morales de nuestra vida productiva. En una era que tiende a diluir al sujeto detrás de pantallas, estadísticas y métricas de eficiencia, su nombre sugiere un regreso al centro: al ser humano como sujeto de derechos, como trabajador, como constructor de comunidad.

Como ocurriera a fines del siglo XIX, el mundo se asoma hoy a una encrucijada civilizatoria. Si León XIII supo interpretar las angustias de la era industrial con un mensaje cargado de coraje pastoral, León XIV se enfrenta ahora a la tarea de ofrecer una brújula espiritual y política en medio de la automatización, el individualismo y el vaciamiento del lazo social. Que su palabra se convierta en acción, y que su pontificado no sea solo memoria, sino también impulso, dependerá tanto de su audacia como del eco que encuentre en creyentes y no creyentes. La historia, como el Evangelio, también espera ser reescrita.

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