Gastronómicos se opone al toque de queda sanitario
UTHGRA le pidió al gobierno que “comprenda” que su sector “no produce el aumento de los contagios ni muertes”

La Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) rechazó la decisión del gobierno nacional de aplicar un ‘toque de queda sanitario” en horario nocturno y advirtió sobre miles de pérdida de puestos de empleo.
El sindicato que conduce Luis Barrionuevo emitió un comunicado para manifestar su postura frente a la decisión oficial, que finalmente dejaría en manos de los gobernadores la posibilidad de aplicar cierre en horas de la noche y la madrugada con la intención de mitigar la circulación de personas.
“El Consejo Directivo de la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina manifiesta su preocupación, malestar y total repudio ante tan insólito proyecto”, señaló la UTHGRA.
La organización aseguró que la medida vulnerarían la libertad individual de los ciudadanos y que “atentaría claramente contra la libertad de trabajo de la actividad que más ha sufrido durante esta pandemia”.
“Hemos soportado nueve meses de inactividad con la pérdida de más de sesenta mil puestos de trabajo y miles de establecimientos que nunca más abrirán sus puertas; familias enteras padeciendo todo tipo de necesidades ante la falta de trabajo, perdiendo su dignidad al recurrir a una ayuda estatal para poder subsistir”, explicaron.
Señalaron que la propuesta de cierre de restaurantes y bares y prohibir la circulación de los ciudadanos “resultaría totalmente injustificada”. “Los bares o restaurantes no son el foco de incremento de los contagios que hemos venido sufriendo en los últimos días”, afirmaron.
El gremio defendió la aplicación de protocolos para prevenir la propagación del virus, pidió al gobierno dejar sin efecto el decreto y avanzar sobre “aglomeraciones o manifestaciones (políticas o sociales) sin los mínimos recaudos, que se han permitido por la misma autoridad, e incluso actividades comerciales diurnas donde se observa gran cantidad de personas aglomeradas y no por eso se prohíbe su normal funcionamiento”.
Y cerró: “Es necesario que el Gobierno Nacional comprenda que la actividad gastronómica NO PRODUCE EL AUMENTO DE LOS CONTAGIOS NI MUERTES, y si insiste con la medida proyectada sólo producirá la DEFUNCION DE LA ACTIVIDAD Y LA PERDIDA DE LA FUENTE LABORAL DE LOS TRABAJADORES DEL SECTOR”.
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Marcelo Mena: “La única forma de equilibrar la relación laboral es con sindicatos fuertes”
En diálogo con Mundo Laboral SJ, el titular nacional de ASIJEMIN y referente de la Mesa sindical, Marcelo Mena, cuestionó duramente el proyecto de modernización laboral impulsado por el Gobierno, denunció una medición irreal de la inflación y confirmó la participación activa de más de 70 gremios en la movilización del 18 de diciembre convocada por la CGT y las CTA.
Mientras el Gobierno celebra la desaceleración inflacionaria como uno de los principales logros de gestión, una porción creciente de la sociedad observa con preocupación un escenario marcado por el aumento del desempleo, la precarización laboral y la pérdida sostenida del poder adquisitivo. En ese contexto, el proyecto de reforma laboral se convirtió en el eje de un nuevo conflicto político y social que ya tiene fecha de expresión en las calles.
Marcelo Mena, titular nacional del sindicato de Jerárquicos mineros e integrante de la Mesa Sindical, confirmó que el movimiento obrero organizado se movilizará masivamente el próximo 18 de diciembre, en consonancia con la convocatoria de la CGT y las CTA. “La gran mayoría de los sindicatos industriales y de mayor capacidad de convocatoria van a estar presentes. Desde la mesa sindical somos más de 70 organizaciones y vamos a marchar tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en cada provincia del país”, sostuvo.
Mena explicó que, aunque muchos de los gremios que integran la Mesa Sindical tienen estructuras más pequeñas y menor incidencia nacional individual, el peso colectivo “cambia el panorama” y refuerza la capacidad de respuesta frente a un proyecto que, según advierte, amenaza la esencia del derecho del trabajo.
“El 18 se va a ver la manifestación en la calle, pero el trabajo empieza mucho antes. En fábricas, yacimientos y establecimientos se está organizando a los trabajadores para explicarles que el sindicato no es un obstáculo, sino la única herramienta real para equilibrar la relación con la patronal”, señaló. En ese sentido, cuestionó lo que definió como una “miopía ideológica” que busca deslegitimar al sindicalismo y fragmentar al movimiento obrero.
Lejos de negar errores históricos, Mena reconoció que “hubo dirigentes que se equivocaron”, pero advirtió que eso no puede ser argumento para desmantelar la organización colectiva. “La única forma de proteger derechos y sostener conquistas es con sindicatos fuertes y con buena salud institucional”, afirmó.
Respecto al contenido de la reforma laboral, el dirigente fue categórico: “Estas modificaciones no buscan modernizar, sino atomizar la fuerza de los trabajadores, debilitar la negociación colectiva y, en muchos casos, directamente anularla”. Para Mena, el objetivo de fondo es favorecer un esquema económico que concentra poder y reduce la capacidad de defensa del empleo.
El cuestionamiento también se extiende al plano económico. Desde la Mesa Sindical denuncian que la inflación que informa el INDEC no refleja el impacto real en la vida cotidiana. “Uno va a la estación de servicio, al comercio, a comer afuera o simplemente a hacer las compras diarias y se da cuenta de que el 2,5% no es real. Hay un acumulado mucho mayor”, afirmó. Si bien reconoció una desaceleración inflacionaria, sostuvo que “no está bajando como el Gobierno lo plantea”.
Mena fue aún más duro al evaluar el rumbo económico: “Este esquema fracasó. Nadie pide plata cuando le sobra, y si están pidiendo es porque no alcanza. Ajustar salarios y derechos no garantiza progreso”. En contraposición, defendió un modelo que combine orden fiscal con incentivos a la productividad, sin recortar derechos laborales. “Está demostrado en otros países que incluso reduciendo la jornada laboral se puede aumentar la productividad”, subrayó.
Incluso citó declaraciones de asesores cercanos al oficialismo que reconocen que la reforma no generará empleo. “Hasta ellos mismos admiten que no va a crear trabajo. Es difícil sostener una mentira tan grande sin tropezar”, lanzó.
Con un tono firme y sin eufemismos, Marcelo Mena sintetiza una postura que atraviesa a buena parte del sindicalismo argentino: la reforma laboral, tal como está planteada, no representa una modernización sino un retroceso estructural. Frente a un escenario de ajuste, inflación discutida y pérdida de derechos, el movimiento obrero apuesta a la unidad y a la movilización como herramientas centrales de resistencia. El 18 de diciembre aparece así no solo como una protesta, sino como una señal política clara de que el conflicto entre el Gobierno y los trabajadores está lejos de cerrarse.
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Crisis sin precedentes: se multiplica la migración laboral argentina hacia Brasil y Paraguay
La combinación de recesión, caída del empleo rural y desregulación de sectores clave aceleró un fenómeno que antes era marginal: trabajadores misioneros, tareferos y obreros de la construcción atraviesan diariamente la frontera para acceder a salarios que en la Argentina quedaron pulverizados. El impacto social ya es crítico en las localidades limítrofes.
Durante décadas, el flujo migratorio entre Argentina y sus países limítrofes tuvo una dirección predominante: ciudadanos de Paraguay y Brasil cruzaban hacia Misiones en busca de trabajo en yerbales, chacras y obra pública. Sin embargo, esa tendencia histórica se revirtió. Hoy son miles los argentinos que marchan en sentido contrario, empujados por el deterioro económico, la paralización de la obra pública y la destrucción de la industria yerbatera tras el decreto 70/2023.
La postal se repite a diario en distintos cruces fronterizos. En San Antonio, Misiones, el intendente Fausto Rojas estima que unas 2.000 personas por día —muchas de ellas familias enteras— atraviesan hacia Santo Antônio do Sudoeste, Brasil, en busca de changas rurales, tareas de cosecha o empleo en la industria liviana. “Nuestra gente puede subsistir gracias al trabajo del otro lado”, reconoció el jefe comunal, aunque lamentó el impacto social: “Cada vez más familias golpean la puerta del municipio porque no les alcanza ni para pagar la luz”.
El fenómeno ya no es ocasional. Esta semana, 125 argentinos fueron retenidos por la Policía Federal de Brasil en Guaraciaba cuando viajaban hacia Santa Catarina para realizar la cosecha de cebolla y tabaco. La escena, similar a las redadas migratorias que padecen los trabajadores mexicanos en Estados Unidos, revela la dimensión de una crisis que empuja a campesinos y obreros a cruzar sin documentación o en condiciones extremadamente precarias.
La tormenta perfecta en el mercado yerbatero
La desregulación del sector impulsada por el decreto 70/2023 dejó al Instituto Nacional de la Yerba Mate sin herramientas para fijar precios, ordenar la cosecha o controlar la calidad del producto importado. El resultado fue devastador: miles de pequeños productores venden su hoja verde a valores irrisorios, entre $250 y $300 el kilo cuando —según el sector— debería pagarse alrededor de $700 para cubrir costos.
“La gente no tiene para sembrar la tierra, no tiene para comer”, sintetizó Antenor Alvenz, secretario del Sindicato de Tareferos (SITAJA). Sus palabras resuenan como diagnóstico y advertencia: “Si esto sigue así, en febrero no arranca la cosecha. ¿Qué hacen 17.000 tareferos? ¿De qué van a vivir?”.
Frente al derrumbe del ingreso, muchos trabajadores optan por cruzar la frontera por 30 o 40 días, o incluso diariamente. Otros se trasladan con sus familias, enfrentando riesgos laborales, precariedad habitacional y condiciones de contratación que, según denuncian los gremios, en algunos casos bordean la explotación.
El campo y la construcción, los destinos más buscados
El intendente de Bernardo de Irigoyen, Eduardo “Chichín” Aquino, confirma la escala creciente del éxodo laboral. “Antes se iban a Corrientes o Entre Ríos; ahora optan por Brasil porque rinde un poco más”, señaló. Describe así un giro económico profundo: jóvenes, trabajadores rurales y obreros de la construcción cruzan a diario hacia Dionísio Cerqueira, San Miguel y otras ciudades brasileñas donde la reactivación industrial contrasta con la recesión del lado argentino.
Aquino advierte que el fenómeno afecta de lleno a la vida cotidiana: “Cuando el comercio local se resiente, se resiente todo. La falta de trabajo empuja a que familias completas viajen cientos de kilómetros para hacer tareas rurales, y cada vez duran más tiempo afuera”.
Un país que empieza a vaciarse por sus bordes
La secretaria general del Sindicato Único de Obreros Rurales (SUOR), referente de un sector castigado, responsabiliza abiertamente al Gobierno nacional por la crisis y por la ruptura del entramado productivo regional. “Hace dos años que trabajamos a pérdida. Este gobierno vino a destruir las economías regionales. Las familias se rompen porque acá no hay trabajo”, enfatizó. También alertó sobre situaciones de abuso laboral en Brasil y Paraguay: “Hay gente que viaja desesperada sin saber a dónde llega, y tuvimos que rescatar a varios compañeros a los que no les querían pagar”.
Mientras tanto, la escena en San Antonio lo resume todo: un cartel de ingreso al municipio afirma que “aquí no termina el país, aquí comienza la patria”. Sin embargo, cada día son más los que dejan atrás ese límite buscando simplemente sobrevivir.
La migración laboral hacia Brasil y Paraguay dejó de ser un fenómeno marginal para convertirse en un síntoma estructural de la crisis argentina. La recesión golpea con especial dureza a las economías regionales, donde la desregulación, la paralización productiva y el deterioro salarial empujan a trabajadores a abandonar su tierra en busca de oportunidades mínimas.
En la frontera, el Estado argentino aparece ausente: no contiene, no regula y no previene abusos. La pregunta que empieza a instalarse entre intendentes, gremios y organizaciones sociales es inquietante y urgente: ¿cuánto tiempo puede sostenerse un país que pierde a sus trabajadores por sus propios bordes?
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Unidad sindical y política contra la reforma laboral: fuerte pronunciamiento en el Congreso
Las dos ramas de la CTA se reunieron este mediodía con diputadas y diputados de Unión por la Patria para fijar una postura común frente a una eventual reforma laboral que el Gobierno busca presentar en las sesiones extraordinarias del 9 de diciembre. Denunciaron un avance “regresivo”, cuestionaron recortes en áreas clave y llamaron a construir una estrategia de unidad parlamentaria y territorial.
En una reunión celebrada en el Congreso, las dos vertientes de la Central de Trabajadores de la Argentina —la CTA de los Trabajadores, conducida por Hugo Yasky, y la CTA Autónoma, liderada por Hugo Godoy— mantuvieron un encuentro con referentes de Unión por la Patria (UxP). Participaron las diputadas Cecilia Moreau y Paula Penacca, y el jefe del bloque, Germán Martínez.
El objetivo fue claro: construir un frente común para impedir que avancen proyectos de reforma laboral, impositiva o presupuestaria considerados regresivos. El mensaje quedó sintetizado en una frase que resonó en la sala: “No pasarán las reformas regresivas”.
Preocupación por el ajuste en áreas sensibles y por la caída de la actividad
Durante el encuentro, las centrales sindicales expresaron inquietud por lo que consideran un ajuste profundo en áreas estratégicas del Estado. Señalaron recortes en:
educación,
salud,
obra pública,
transferencias a las provincias.
A esto sumaron un dato que preocupa al movimiento sindical: el creciente cierre de empresas y la aparición de un “tendal de despidos” en los últimos meses, fenómeno que atribuyen a la recesión y a la retracción de la inversión pública.
Reforma laboral: rechazo a volver sobre normas ya anuladas por la justicia
En relación con la reforma laboral que el Gobierno pretende enviar en el marco de las sesiones extraordinarias del 9 de diciembre, las CTA manifestaron un rechazo contundente.
Señalaron que el oficialismo busca reinstalar artículos del Decreto 70/23 ya declarados inconstitucionales por la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, que suspendió la vigencia del capítulo laboral hasta que el Congreso lo analice.
Para los gremios, esto constituye un intento de “volver por la ventana” con medidas que afectan derechos adquiridos, promoviendo una “fragmentación y atomización del movimiento obrero” bajo el discurso de la “modernización”.
Una estrategia de unidad: del recinto a la calle
Las CTA plantearon que el desafío no se limita al plano legislativo. En el encuentro reclamaron articular una estrategia de unidad amplia, que contemple:
acciones parlamentarias coordinadas,
presencia territorial,
articulación con organizaciones sociales y movimientos del campo popular,
y eventuales movilizaciones.
“Unidad para resistir y también para construir condiciones para la victoria”, sintetizaron los dirigentes, buscando proyectar un mensaje de fortaleza interna en un contexto político adverso.
Marco judicial: el antecedente que condiciona cualquier intento de reforma
El pronunciamiento también remarcó el peso del antecedente judicial.
La resolución de la Cámara Laboral, que consideró inconstitucional el capítulo laboral del Decreto 70/23, opera como límite para cualquier nuevo intento de implementación “exprés”.
En ese fallo —recordaron las fuentes sindicales— se destacó que reformar derechos laborales estructurales por decreto vulnera el principio de división de poderes y debe ser materia exclusiva del Congreso.
Ese escenario obliga al Gobierno a encarar el debate en el recinto, donde no tiene mayoría propia y donde la resistencia sindical comienza a articular alianzas parlamentarias.
La reunión entre las CTA y Unión por la Patria confirma que el debate por la reforma laboral será uno de los ejes centrales de las sesiones extraordinarias.
Con un oficialismo que pretende insistir en cambios estructurales y una oposición que se prepara para bloquear iniciativas consideradas regresivas, el escenario anticipa un diciembre de alta tensión política y sindical.
Para las centrales, la estrategia es clara: consolidar unidad, ocupar el territorio y blindar derechos.
Para el Gobierno, el desafío será convertir su proyecto de modernización laboral en una propuesta capaz de superar resistencias en un Congreso fragmentado.
El choque de visiones ya se instaló. El desenlace, una vez más, dependerá de la correlación de fuerzas dentro y fuera del Parlamento.
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