Fusiones, salarios y el desafío de la IA: los trabajadores de las telecomunicaciones entre incertidumbre y adaptación
Marcelo Trujillo, referente del gremio Soeesit, advirtió sobre los riesgos laborales y sociales que implican las fusiones empresariales, el deterioro económico y el avance de la inteligencia artificial. En diálogo con este medio, analizó el complejo escenario que enfrentan los trabajadores frente a las transformaciones del mercado y la falta de respuestas gubernamentales.
Trujillo, con trayectoria en el ámbito de las telecomunicaciones, abordó en una entrevista con Mundo Laboral un escenario cargado de tensión y expectativas: la fusión entre Telecom (Grupo Clarín) y Telefónica, recientemente autorizada por las autoridades regulatorias. Según explicó, este proceso generará una fuerte concentración empresarial en el sector, con efectos colaterales preocupantes tanto para los usuarios como para los trabajadores.
«Estamos ante una situación parecida a la que vivimos en los años 90, durante la privatización de ENTEL. Ahora se repite la historia, pero con un formato diferente», señaló Trujillo. Uno de los principales focos de preocupación es la posible reducción de puestos de trabajo tras la unificación de estructuras operativas y administrativas. A esto se suma el uso extendido de contratistas y agencias tercerizadas, una modalidad que —según denunció— se emplea para recortar costos laborales sin mejorar necesariamente la calidad del servicio.
Paritarias bajo presión y aumentos que no alcanzan
El dirigente también hizo mención a la reciente negociación paritaria que involucra a los trabajadores de Claro, Telecom y Movistar. Si bien se lograron algunos aumentos salariales, remarcó que estos debieron ser “dibujados” a través de sumas fijas y complementos no remunerativos para no superar los límites porcentuales que el Gobierno intenta imponer según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
«Estamos intentando sostener los aumentos dentro de una lógica que nos permita homologarlos, pero el margen es mínimo. Nos exigen no pasar del 1,2 o 1,3% mensual, cifras que están totalmente desconectadas de la realidad inflacionaria», advirtió.
Trujillo cuestionó duramente esta tendencia a reemplazar las paritarias por aumentos discrecionales decretados desde el Ejecutivo. “Ningún trabajador ni representante debería aceptar esa lógica. Es una imposición que elimina el diálogo y deteriora aún más la ya difícil situación de los asalariados”, enfatizó.
Miedo a perder el empleo: una sensación que crece
En este contexto de incertidumbre económica, los temores se profundizan. Según una encuesta reciente citada en la entrevista, más del 50% de los trabajadores consultados manifestó tener miedo a perder su empleo o ver reducidos sus ingresos. Para Trujillo, este dato no sorprende. “No es una sensación aislada, es algo que se respira en todos los sectores. No solo acá. También está pasando en países centrales como Estados Unidos y en Europa, donde el empleo tradicional está en crisis por múltiples factores”, explicó.
Asimismo, mencionó que la llegada de nuevos flujos migratorios y el avance tecnológico están reconfigurando el mercado laboral, alimentando tensiones, desigualdades y desafíos que los sindicatos deben encarar con urgencia.
Inteligencia artificial: entre la oportunidad y la amenaza
Uno de los puntos más significativos de la charla fue el análisis sobre el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el mundo del trabajo. Trujillo reconoció que estas tecnologías traerán consigo mejoras en eficiencia y productividad, pero también alertó sobre el riesgo de un desplazamiento masivo de trabajadores, especialmente en áreas técnicas y administrativas.
“La IA no es algo que viene de afuera, es algo que nosotros mismos alimentamos durante años. Es una herramienta muy poderosa, pero que también puede acentuar desigualdades si no se regula a tiempo”, sostuvo. En ese sentido, reclamó un debate urgente y profundo sobre el uso responsable de estas tecnologías, su regulación legal y la necesidad de una reconversión laboral que no deje a nadie atrás.
“Podemos convivir con la IA, pero no a costa de perder el valor humano. No se trata de frenar el progreso, sino de acompañarlo con políticas inclusivas y con representación real en todos los sectores”, agregó.
Finalmente, Trujillo planteó la necesidad de fortalecer la organización sindical en todos los oficios, con representación legal y activa, especialmente frente al avance de nuevas formas de trabajo. “Si no nos sentamos ya mismo a discutir estas transformaciones, vamos a seguir viendo cómo la tecnología avanza mientras los trabajadores retroceden”, alertó.
La entrevista dejó en claro que los desafíos del mundo laboral actual no pueden resolverse con recetas del pasado. La concentración empresarial, el congelamiento salarial, el miedo a perder el empleo y el avance de la inteligencia artificial son piezas de una misma tensión estructural. Para Marcelo Trujillo, la salida debe ser colectiva, organizada y con un firme compromiso por parte del Estado y de los representantes gremiales.
“El progreso no puede construirse sobre la exclusión de los trabajadores”, sentenció. Su llamado, más vigente que nunca, interpela tanto a quienes diseñan políticas públicas como a quienes, día a día, sostienen los servicios esenciales en medio de un país en transformación.
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“Las mujeres debemos estar donde se toman las decisiones sindicales”
En una jornada que superó todas las expectativas, más de doscientas mujeres sindicalistas participaron del tercer Encuentro de Mujeres Trabajadoras organizado en la sede local de la CGT. La actividad contó con la presencia de tres dirigentes nacionales que impulsan la inclusión femenina en el triunvirato que conducirá la central obrera. Además, Ana Carrizo, secretaria general del SADOP, advirtió sobre los desafíos de género frente a la reforma laboral que impulsa el Gobierno nacional.
El martes 28 de octubre, la sede sanjuanina de la Confederación General del Trabajo fue escenario de una jornada inédita por su nivel de participación y por el debate que propuso. Más de doscientas trabajadoras y representantes de treinta organizaciones sindicales se dieron cita para exigir una representación real de las mujeres en los espacios de conducción de la central obrera.
El encuentro —organizado por la Secretaría de Género de la CGT provincial, encabezada por Mirna Moral (SEC), y con el acompañamiento de distintas secretarias generales— recibió la visita de tres referentes nacionales: Maya Volcovinsky (Judiciales Nacionales), Paula Martínez (UOCRA) y Marina Jaureguiberry, secretaria general del SADOP a nivel nacional. Las dirigentes recorren distintas provincias para fortalecer redes sindicales femeninas y respaldar la propuesta de incorporar una mujer al triunvirato que conducirá la CGT tras las elecciones del próximo 5 de noviembre.
“Somos muchas las mujeres que integramos comisiones directivas, delegaciones y espacios de base, pero aún somos pocas las que llegamos a cargos de máxima conducción”, señaló Ana Carrizo, una de las anfitrionas del encuentro y referente provincial del Sindicato Argentino de Docentes Privados. “Queremos tener nuestras representantes en ese triunvirato, porque no se puede seguir postergando la participación femenina en los lugares donde se definen las políticas sindicales”, subrayó.
Carrizo destacó el éxito de la convocatoria, lograda en apenas una semana de organización. “Nos excedió en las expectativas. No sólo por la cantidad de mujeres, sino por la diversidad de gremios presentes. Eso muestra que hay una necesidad colectiva de ser escuchadas y reconocidas”, explicó.
La sindicalista enfatizó que el reclamo no se limita a una cuestión simbólica o de cupo, sino que apunta a la ampliación real de la representatividad del movimiento obrero. “Cuando las mujeres participan, se fortalece el sindicalismo. No es una disputa de géneros, es una forma de sumar miradas, energías y legitimidad a la lucha colectiva”, remarcó.
Reforma laboral y perspectiva de género
Durante el encuentro también se abordaron los alcances de la reforma laboral que promueve el Gobierno nacional, particularmente en lo referido a la ampliación de la jornada de trabajo y la flexibilización de derechos. Carrizo advirtió que esas modificaciones impactarían de manera directa y desproporcionada sobre las mujeres.
“Si se piensa en una jornada laboral más extensa, las más perjudicadas vamos a ser las mujeres”, sostuvo. “Nosotras ya enfrentamos una doble carga: la laboral y la doméstica. Después del trabajo sindical o profesional, seguimos cuidando hijos, padres, personas enfermas o mayores. Por eso muchas veces terminamos aceptando empleos más flexibles, peores pagos y más precarios. Si se amplía la carga horaria, la desigualdad se profundiza”, explicó.
La dirigente consideró que el sindicalismo tiene el desafío de articular la defensa de los derechos laborales con la agenda de igualdad. “Este no es un reclamo aislado. Es la expresión de una generación de trabajadoras que ya está protagonizando los espacios sindicales y que no va a retroceder”, expresó.
A pocos días de las elecciones internas de la CGT, el movimiento obrero transita un momento clave: el desafío de ampliar su base de representación sin perder cohesión ni fuerza política. En ese marco, el reclamo de las mujeres sindicalistas deja de ser un pedido sectorial para convertirse en un imperativo de modernización del sindicalismo argentino.
Como resumió Ana Carrizo, “no se trata sólo de ocupar lugares, sino de fortalecer al conjunto del movimiento obrero desde la diversidad y la unidad”.
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A partir de este sábado vuelve a subir la nafta
El Gobierno nacional dispuso un nuevo aumento en los impuestos a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono que impactará de lleno en los precios de la nafta y el gasoil a partir de este sábado 1° de noviembre. La medida, publicada en el Boletín Oficial a través del Decreto 782/2025, fue firmada por el presidente Javier Milei y los ministros Guillermo Francos y Luis Caputo, y reconfigura el cronograma de incrementos pendientes para noviembre y diciembre.
En medio del congelamiento de precios que mantiene buena parte de la economía y en un contexto de caída sostenida en el consumo de combustibles, el Ejecutivo nacional avanzó con una nueva actualización de los tributos que gravan a la nafta y al gasoil. Según el decreto oficial, durante noviembre se aplicará una suba parcial en los impuestos a los combustibles líquidos (ICL) y al dióxido de carbono (IDC), mientras que el resto del aumento se trasladará al 1° de diciembre, completando así el esquema previsto en etapas.
Concretamente, la normativa establece que la nafta subirá $15,56 por litro por el impuesto a los combustibles y $0,95 por el tributo ambiental. En tanto, el gasoil aumentará $12,64 por litro, más un adicional de $6,84 para las zonas con tratamiento diferencial —como la Patagonia— y $1,44 por el gravamen al carbono. Estos nuevos montos se sumarán de manera directa al precio final en surtidor, independientemente de los ajustes que luego puedan aplicar las petroleras.
El impacto se sentirá de inmediato, ya que el incremento impositivo tiene traslado automático a los precios minoristas. Así, a partir del 1° de noviembre los automovilistas volverán a encontrar nuevos valores en las estaciones de servicio, en un escenario donde la inflación se mantiene en niveles elevados y el poder adquisitivo continúa deteriorándose.
El decreto justifica la medida en la necesidad de “actualizar progresivamente los montos de los impuestos postergados” y cumplir con la normativa vigente que obliga a su ajuste trimestral. No obstante, el Gobierno mantiene un delicado equilibrio entre la búsqueda de recomponer ingresos fiscales y la presión sobre la economía real, que atraviesa un estancamiento visible en múltiples sectores.
La caída del consumo, un termómetro de la recesión
El retroceso en la venta de combustibles es uno de los indicadores más claros del enfriamiento de la economía. De acuerdo con un informe de la consultora Politikon, las ventas al público de naftas y gasoil totalizaron 1.376.837 metros cúbicos en septiembre de 2025. Si bien mostraron un leve avance interanual de 4,8%, cayeron 3,1% respecto de agosto, acumulando tres meses consecutivos en baja.
El 57% del volumen vendido correspondió a naftas y el 43% a gasoil. Dentro del segmento de las naftas, la premium fue la que más creció —16,2% interanual—, mientras que la súper subió 4,1%. En el caso del gasoil, el premium mostró una mejora de 12,6%, pero el común retrocedió 4%. Esta tendencia evidencia un cambio en los patrones de consumo, donde los sectores de mayores ingresos mantienen la demanda, mientras que la clase media y trabajadora reduce el gasto o limita el uso del vehículo.
Impacto fiscal y social de la medida
Desde el punto de vista fiscal, la actualización de los impuestos a los combustibles representa una fuente de recaudación significativa para el Estado, que busca reducir el déficit primario. Sin embargo, el efecto social del aumento es inmediato y regresivo: no solo encarece el transporte y los costos logísticos, sino que también termina repercutiendo sobre los precios de bienes esenciales, en un contexto donde los salarios y jubilaciones continúan rezagados.
El nuevo incremento se da, además, en un momento en que el Gobierno intenta mostrar señales de disciplina fiscal ante los mercados, pero sin revertir aún los indicadores de actividad y consumo que confirman la recesión técnica. En los hechos, el ajuste de impuestos al combustible termina actuando como un aumento indirecto de tarifas y precios regulados, con un fuerte impacto en la vida cotidiana.
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La inflación golpea al consumo y empuja a millones de hogares a endeudarse para comer
Un informe de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA revela que casi la mitad de los argentinos recurre al crédito para adquirir alimentos y artículos esenciales. El estudio advierte una contracción generalizada del consumo, una creciente dependencia del financiamiento y un salto del 147% en la morosidad desde el inicio del gobierno de Javier Milei.
En un marco signado por la pérdida sostenida del poder adquisitivo, el consumo cotidiano de los hogares argentinos se financia, cada vez más, a través del crédito. Según un reciente estudio del Centro RA (Estudios para la Recuperación Argentina), dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, el 45% de las compras en supermercados se realiza hoy con tarjetas de crédito, frente al 39% registrado en diciembre del año pasado.
El cambio en los hábitos de pago refleja con crudeza la magnitud de la crisis de ingresos: los hogares no solo consumen menos, sino que deben endeudarse para mantener niveles básicos de alimentación y consumo. Mientras tanto, el uso de tarjetas de débito cayó del 34% al 26%, el efectivo del 20% al 16%, y las billeteras virtuales —una alternativa de menor costo financiero— duplicaron su participación, pasando del 7% al 13%.
El fenómeno no ocurre en un vacío. El informe advierte que el deterioro de los ingresos y la suba de precios han impactado en todos los rubros del consumo masivo. Las ventas de los autoservicios mayoristas cayeron un 8,4% interanual en agosto, con una leve mejora mensual de apenas 1%. En los supermercados, el consumo creció 0,34% frente al mismo mes del año anterior, pero registró una baja intermensual del 0,23%, confirmando la tendencia de estancamiento.
Desde el inicio de la gestión de La Libertad Avanza, las ventas mayoristas acumulan una contracción del 35%, mientras que el retroceso en supermercados ronda el 9%. En términos agregados, la UBA subraya que la retracción del consumo se profundiza particularmente entre los revendedores, un sector que suele anticipar los movimientos del mercado minorista.
El documento señala además que una proporción creciente de las familias destina sus ingresos al pago de servicios y deudas, postergando el consumo corriente. En muchos casos, los salarios apenas logran empatar la inflación, lo que empuja a los hogares a “rotar” su endeudamiento para mantener el consumo esencial.
En palabras del informe: “Una proporción creciente de los hogares estaría recurriendo al endeudamiento para afrontar consumos básicos mensuales —como alimentos, productos de higiene y artículos de primera necesidad—, lo que evidencia la rotación de una mayor parte de los ingresos al pago de servicios”.
Pero quizás el dato más alarmante es el del incremento de la morosidad en el crédito al consumo, que se disparó un 147% desde el inicio de la actual gestión presidencial, pasando del 2,5% al 6,2% del total en julio de 2025. El salto refleja el agotamiento financiero de los hogares: “No solo crece el uso del crédito para financiar el consumo, sino también las dificultades de las familias para afrontar los pagos correspondientes”, advierten los economistas de la UBA.
La fotografía económica que ofrece el estudio de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA resume una paradoja inquietante: en una economía donde el consumo se contrae, el endeudamiento crece. El crédito, que en contextos de estabilidad funciona como una herramienta de planificación o acceso a bienes durables, se ha convertido en un recurso de emergencia para llenar la heladera.
El aumento de la morosidad y la caída sostenida del consumo son, en conjunto, el espejo de una crisis de ingresos que se profundiza mes a mes, mientras el margen de maniobra de las familias se achica peligrosamente. En la práctica, los argentinos están financiando su subsistencia a tasas de interés.
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