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Gremios de la seguridad anunciaron movilizaciones de protesta tras denunciar a los empresarios del sector por pretender congelar los salarios de la actividad hasta noviembre próximo.

Las entidades nucleadas en la Federación de Trabajadores de la Seguridad Privada (FATRASEP) afirmaron que la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigaciones (CAESI) negó cualquier tipo de aumento salarial para los vigiladores.

La decisión fue comunicada en el marco de la última reunión de negociación paritaria y generó un marco de incertidumbre y preocupación entre los trabajadores del sector.

«La CAESi ofreció no tener aumento para los meses de septiembre y octubre, y recién para noviembre ofreció un 2%. Y para diciembre, un 3%. Esta oferta atenta contra el poder adquisitivo de los trabajadores», denunció la FATRASEP. El último acuerdo fue aplicado con los salarios de agosto. En la actualidad, el salario conformado inicial de un vigilador es de $1.090.000.

La federación está encabezada por el dirigente patagónico y titular de la UPSAP, Julio Gutiérrez, quien también conduce la lista Verde en las elecciones de la UPSRA.

Los gremios que integran la FATRASEP (UPSAP de la Patagonia Central, el Suvico de Córdoba, UESEVI de Rosario y SIVISEP de Tucumán) se declararon en estado de alerta y movilización y anunciaron marchas en distintos objetivos a partir del 31 de agosto, incluyendo cortes de actividades.

A las medidas también se plegará el Sindicato SUTCAPRA que conduce Leandro Nazarre, en apoyo a los gremios de la federación y en resguardo del salario de los vigiladores.

La UPSRA, gremio madre de la seguridad, aún no se expresó sobre la situación paritaria.

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Para la CGT, el salario mínimo fijado por el Gobierno profundiza la pérdida del poder adquisitivo

La CGT rechazó de manera categórica la resolución oficial que fijó el Salario Mínimo, Vital y Móvil en $328.400. Considera que el monto se ubica lejos de la Canasta Básica Total y profundiza la caída del poder adquisitivo. La central sindical había propuesto una actualización escalonada del 71,6% para iniciar un proceso de recomposición real.

La decisión del Gobierno de establecer por la vía del laudo el nuevo Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) reabrió el conflicto en el Consejo del Salario. La cifra de $328.400 fue calificada por la Confederación General del Trabajo (CGT) como “insuficiente y desconectada de la realidad social”, en un contexto donde la canasta que define el umbral de pobreza asciende a $1.176.852.

El pronunciamiento sindical llegó tras un encuentro que volvió a exhibir la dificultad de alcanzar consensos tripartitos. Sin acuerdo entre representantes obreros y empresariales, el Ejecutivo avanzó con una definición unilateral que, según la central, “desatiende las necesidades básicas de millones de trabajadores”.

La propuesta sindical: recomponer un ingreso en retroceso

Durante la reunión, la delegación cegetista presentó un esquema de actualización acumulada del 71,6%, distribuida en aumentos mensuales del 11,4% entre diciembre y abril. El objetivo, explicaron, era comenzar a reparar la pérdida de poder adquisitivo registrada desde finales de 2023 y reposicionar el salario mínimo como un parámetro confiable para el resto de las escalas salariales.

La CGT sostiene que la Canasta Básica Total debe ser la referencia excluyente en la discusión, por tratarse del indicador que refleja el costo real de una vida digna. Bajo esa lógica, el monto fijado por el Gobierno no solo queda lejos del estándar mínimo, sino que además, remarcan, “consolida un deterioro salarial que no puede naturalizarse”.

Contexto económico y señales políticas

El reclamo sindical se inscribe en un escenario marcado por la persistencia de la inflación y la contracción del consumo interno. La brecha entre ingresos y precios continúa ampliándose, y el salario mínimo —que debería funcionar como un piso protector— perdió capacidad de ordenamiento dentro del mapa laboral.

Desde la central obrera advierten, además, que la definición por la vía del laudo envía una señal política de “desgaste del diálogo institucional” y debilita el rol del Consejo del Salario como ámbito de deliberación. Algunos dirigentes remarcaron que el Gobierno “busca cerrar la discusión antes de abrir una negociación genuina”.

La advertencia de la CGT: la recuperación no puede esperar

En su comunicado oficial, difundido el 3 de diciembre, el Consejo Directivo Nacional subrayó que continuará demandando un proceso de recomposición capaz de devolverle al SMVM un valor real y efectivo. “La lucha es para que el salario mínimo recupere definitivamente su función protectora”, expresó la conducción sindical.

La CGT evalúa que, sin una corrección de fondo, el salario mínimo seguirá perdiendo capacidad referencial y profundizando las desigualdades dentro del mercado laboral.

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Gremios en alerta por el vencimiento masivo de contratos en la administración pública

Con casi 60.000 despidos acumulados desde el inicio de la gestión Milei, el vencimiento de 70.000 contratos el 31 de diciembre encendió todas las alarmas en el sector público. ATE anunció un paro nacional y advierte que el Gobierno prepara un nuevo ajuste en la planta estatal para 2026.

Durante el primer año de gestión de Javier Milei, ya se registraron 59.924 desvinculaciones en organismos centralizados, descentralizados, empresas estatales y fuerzas de seguridad. El impacto es visible en la comparación anual: la planta estatal disminuyó en 25.417 trabajadores entre octubre de 2024 y octubre de 2025. Actualmente, según cifras del Indec, el empleo público nacional —incluidas sociedades del Estado— suma 285.570 empleados, lejos del pico superior a los 350.000 alcanzado en 2023.

En este contexto, la falta de definiciones sobre los 70.000 contratos que caducan a fin de año agudiza la preocupación.

Advertencia gremial y paro nacional

La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) denunció que el Gobierno mantiene en suspenso la continuidad de decenas de miles de vínculos laborales y exigió su renovación inmediata. “Las amenazas están para el 31 de diciembre, cuando se vencen 70.000 contratos. ATE reclama la continuidad de todos esos puestos”, sostuvo el secretario general, Rodolfo Aguiar, quien además confirmó un paro nacional con movilizaciones para el 9 de diciembre.

El sindicato también expresó inquietud por la reforma laboral que el Ejecutivo planea impulsar en el Congreso y que, según anticipan, podría flexibilizar condiciones y facilitar futuras desvinculaciones.

Un ajuste que podría profundizarse en 2026

Dentro del Gobierno reconocen que la hoja de ruta oficial incluye avanzar con un nuevo recorte del Estado. El plan contempla una reducción adicional del 10% de la planta que superó el primer ajuste, lo que equivaldría a otros 29.000 trabajadores. Sin embargo, según estimaciones sindicales, el número podría ser mayor debido al nivel de precarización laboral vigente.

La estrategia proyectada combina la no renovación de contratos, esquemas de retiro voluntario, jubilaciones anticipadas y reorganización interna de áreas consideradas redundantes.

Focos de conflicto y protestas en organismos clave

La preocupación no se limita al vencimiento contractual. La discusión laboral se tensó además por la reforma administrativa que el Gobierno inició en organismos descentralizados. En los últimos días, trabajadores del INTI realizaron una protesta en la avenida General Paz tras conocerse la disolución del Servicio Argentino de Calibración y Medición. La manifestación derivó en incidentes con fuerzas de seguridad, un episodio que elevó el clima de confrontación.

Otros organismos también aparecen bajo análisis: Conicet, Indec, Anses, INTA, INTI, Enargas, Enacom, ENRE, la Oficina Anticorrupción, el Archivo General de la Nación y el ARCA, además de registros automotores y plantas de empresas estatales con potencial de privatización. El Gobierno evalúa eliminar estructuras consideradas duplicadas y avanzar hacia un rediseño integral del sector público.

Mientras el Ejecutivo sostiene que la reducción del Estado es una condición necesaria para equilibrar las cuentas públicas, los gremios alertan sobre el impacto social y el deterioro de áreas estratégicas. La combinación de vencimientos masivos, reformas estructurales y un mercado laboral debilitado configura un escenario de máxima preocupación para miles de familias.

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Luz y Fuerza advierte deterioro crítico en la red eléctrica y exige personal idóneo

La secretaria general de Luz y Fuerza de San Juan, Lilia Martín, advirtió en diálogo con Mundo Laboral SJ que la estructura operativa de Naturgy San Juan “está reducida a la mitad” y que la empresa “ha tercerizado funciones esenciales con personal sin la capacitación adecuada”, lo que —según los datos oficiales que presentó ante el EPRE— explica el aumento de interrupciones, errores de facturación, reclamos sin respuesta y accidentes graves.

En plena Revisión Tarifaria Ordinaria 2026–2031, el Sindicato de Luz y Fuerza de San Juan llevó al Ente Provincial Regulador de la Electricidad (EPRE) una presentación técnica y política con un diagnóstico severo sobre el estado del servicio. La exposición, respaldada por estadísticas oficiales de la propia distribuidora, delineó un deterioro progresivo que, según la secretaria general Lilia Martín, se profundizó a partir de la reestructuración empresarial de los últimos años.

“Los sanjuaninos venimos observando un deterioro de la calidad del servicio y la información técnica lo confirma”, sostuvo Martín en la entrevista con Mundo Laboral, subrayando que los cortes ya se producen “sin viento y sin eventos climáticos” y que el crecimiento de reclamos y sanciones es “vertiginoso”.

El eje central del planteo gremial —y uno de los puntos más conflictivos con la empresa— es la reducción del personal propio idóneo y la tercerización masiva de tareas que, por normativa, deberían ser ejecutadas exclusivamente por trabajadores electrificadores formados bajo el Convenio de Luz y Fuerza.

Una estructura operativa recortada: de 220 empleados necesarios a menos de 120 en actividad

La referente sindical explicó que, según los estándares históricos del servicio y las referencias sectoriales, la distribuidora no debería operar con menos de 220 trabajadores propios entre técnicos, administrativos y personal de operación. Sin embargo, hoy la empresa no alcanza las 120 personas, cifra que incluye únicamente personal directo, dejando numerosas áreas “en manos de contratistas”.

Esa brecha no solo recarga al personal existente sino que, en palabras de la dirigente, “convierte al jefe de turno —habilitado por CAMMESA para operar el sistema— en un mero supervisor, porque prácticamente todas las maniobras en baja, media y alta tensión están ejecutadas por empresas externas”.

La pérdida de cuadros experimentados también impacta en la atención al usuario. “Un gran consumidor debe ser atendido por personal que conozca de memoria el régimen de suministro. Hoy eso casi no ocurre”, advirtió.

Tercerización en puestos críticos: un riesgo operativo y humano

Uno de los puntos más sensibles señalados por el sindicato es la incorporación de trabajadores contratados bajo convenios no eléctricos, especialmente UOCRA, para tareas que requieren certificaciones específicas y experiencia acumulada.

“El trabajador eléctrico necesita meses de formación para subirse a una escalera y tocar una línea. Esto no se aprende en un día”, sostuvo Martín.
La falta de idoneidad —suma— explica el aumento de incidentes y accidentes graves, como el ocurrido en avenida Rioja y Libertador, donde una falla en una cámara subterránea dejó a un operario hospitalizado en terapia intensiva.

Para el gremio, estos episodios no solo comprometen la integridad de los trabajadores sino también la seguridad pública: “Ese fogonazo podría haber alcanzado a cualquier peatón”.

Datos oficiales que preocupan: más cortes, más reclamos, más sanciones

La presentación gremial ante el EPRE se basó únicamente en información oficial, incluida en los anuarios, informes técnicos y reclamos validados por el ente regulador.
De ese análisis surgieron tendencias claras:

Aumento sostenido de los tiempos de interrupción y mayor cantidad de cortes no programados.

Incremento de artefactos dañados, con fuertes discrepancias entre lo que reconoce la empresa y lo que finalmente valida el EPRE.

Reclamos comerciales en alza, principalmente por errores de facturación desde la reestructuración de 2023.

Demoras prolongadas en nuevas conexiones, con casos que exceden los 200 días hábiles.

Crecimiento importante de sanciones aplicadas a la distribuidora entre 2021 y 2024.

Pero el dato más preocupante para los especialistas es el ratio Clientes/Personal: Naturgy San Juan opera hoy con cifras que, según Martín, “duplican los promedios de la Asociación de Distribuidoras Eléctricas del país”. Ese desequilibrio, afirma, “es incompatible con un servicio confiable”.

El pedido al EPRE: fijar una dotación mínima y frenar el modelo regresivo

El gremio exige que la Revisión Tarifaria establezca una dotación mínima obligatoria de personal propio, y que el EPRE limite estrictamente la tercerización a tareas no esenciales.
Martín sostiene que la ley es clara: “La empresa debe contar con personal propio idóneo, certificado y en cantidad suficiente para garantizar la continuidad y la calidad del servicio”.

Además, alertó que el “modelo de empresa” presentado por Naturgy para el próximo quinquenio “es aún más regresivo”, porque profundiza la estructura mínima basada en contratistas.

“Si no se corrige la dotación, el sistema va a seguir deteriorándose. Esto ya no es una discusión gremial: es un problema de calidad de servicio y de seguridad pública”, concluyó.

El planteo de Luz y Fuerza llega en un momento clave: la revisión tarifaria que definirá la estructura de costos y funciones para los próximos cinco años.
Mientras los indicadores técnicos muestran un deterioro palpable, el debate sobre quién opera, quién decide y con qué capacidad se ejecutan las tareas esenciales se vuelve central para el futuro energético de la provincia.

El EPRE deberá resolver si convalida el modelo actual o si adopta el reclamo sindical de recomponer la dotación mínima y recuperar la operación directa como columna vertebral del servicio. En cualquiera de los escenarios, el diagnóstico es inequívoco: San Juan enfrenta un punto de inflexión, y de esa decisión dependerá no solo la calidad del servicio eléctrico sino la seguridad de quienes lo hacen posible y de quienes lo reciben.

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