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Desde su entronización en 2013, Jorge Mario Bergoglio –ese cura villero que llegó a ser Francisco, el primer Papa latinoamericano– demostró una empatía visceral por los postergados del mundo. Pero más allá de gestos simbólicos y frases de ocasión, su compromiso con los trabajadores no fue superficial ni oportunista: fue una toma de partido concreta, sostenida y argumentada, que lo convirtió en una figura incómoda para los poderes económicos globales y en un faro para sindicatos, movimientos populares y militantes de la justicia social.

Francisco no solo legitimó la lucha sindical: la reivindicó como misión ética. “No hay trabajadores libres sin sindicato”, afirmaba con contundencia, dejando al desnudo las falacias de quienes, desde modelos tecnocráticos o lógicas empresariales voraces, intentan diluir los lazos de solidaridad obrera en nombre de una supuesta modernización.

Lejos de una mirada corporativista o autocomplaciente, su visión del sindicalismo siempre fue dialógica y crítica. Supo advertir –como lo hizo en su célebre carta de 2017– sobre los peligros del “individualismo colectivista”: aquella trampa en la que algunas organizaciones caen al defender solo a los propios, sin abrazar la causa de los excluidos. Para Francisco, la justicia social no era patrimonio de una clase sino una ética transversal que debía abarcar a todos los marginados del sistema.

Una voz del Vaticano que no bajaba línea: tejía comunidad

A diferencia de otros pontificados más volcados al ceremonial o a la doctrina, Francisco se propuso entretejer un relato profundamente humanista en torno al trabajo. Lo entendía no solo como medio de subsistencia, sino como una práctica que estructura vínculos, forja identidad y edifica ciudadanía. Así lo expresó ante miles de delegados sindicales en Italia, donde reivindicó la centralidad del trabajo como motor de democracia real, aquella que nace de las fábricas, los campos, las aulas y las oficinas, no de las élites ni de los escritorios ministeriales.

Ese mensaje también resonó fuerte en la Argentina, donde la CGT y otras organizaciones sindicales encontraron en Francisco una suerte de escudo moral en tiempos de precarización, flexibilización y discursos antiobreros. Su recepción de comitivas gremiales en el Vaticano –como aquella de septiembre del año pasado– no fue un simple acto protocolar: fue un respaldo político y espiritual. En cada encuentro, se tejía una alianza entre fe, conciencia de clase y construcción de comunidad.

Legado y desafío: entre la mística obrera y la ética del cuidado

La muerte del Papa Francisco deja una herencia densa. No se trata de una serie de citas inspiradoras, sino de una praxis pastoral y política que interpela tanto a la Iglesia como al mundo del trabajo. Su insistencia en formar a los trabajadores, en promover la fraternidad entre ellos, en oponerse a la lógica de descarte propia del capitalismo neoliberal, abre un horizonte que va más allá de su figura.

En su encíclica Laudato si’, denunció con lucidez la tecnocracia deshumanizante que transforma a las personas en engranajes descartables. “Renunciar a invertir en las personas para obtener un mayor beneficio inmediato es un mal negocio para la sociedad”, advirtió. Hoy esa frase resuena como testamento y como advertencia.

El desafío para los sindicatos y para los trabajadores es doble: honrar su legado sin convertirlo en un fetiche, y retomar su llamado a una solidaridad que trascienda las fronteras de lo gremial para abrazar a los nadies del mundo. Francisco supo que el trabajo dignifica cuando no aliena, cuando no explota, cuando no aplasta la subjetividad. Su mensaje final no fue un dogma, sino una hoja de ruta: “Hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados”.

Francisco no fue un pontífice de fórmulas conservadoras ni de discursos vacíos. Fue, sobre todo, un militante de la justicia social desde el Evangelio, un defensor del trabajo como acto de amor al prójimo y de afirmación personal. Su vínculo con el sindicalismo argentino no se limitó a la retórica: fue compañía real, abrazo en la lucha, voz de aliento en la adversidad.

En tiempos donde el mercado intenta suplantar a la política y la ganancia busca eclipsar la dignidad, su palabra adquiere aún más valor. La figura del “Papa de los trabajadores” trasciende su muerte. Su legado queda sembrado como semilla en el surco del mundo obrero. Será tarea de los vivos –sindicatos, movimientos populares, comunidades de fe– recoger esa semilla y hacerla crecer. Porque como él bien supo, sin justicia social no hay paz posible. Y sin trabajo digno, no hay humanidad.

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Desguace en los medios públicos: el Gobierno busca reducir la planta de RTA en un 45%

El Gobierno nacional planea implementar un plan de retiros voluntarios y desvinculaciones en Radio y Televisión Argentina (RTA) con el objetivo de reducir la planta en un 45%. La medida afecta principalmente a Radio Nacional, donde se prevé desvincular a casi la mitad de sus trabajadores.

El Gobierno de Javier Milei está decidido a desguazar a los medios públicos, según confirmaron fuentes oficiales. Se prevé que en las próximas dos semanas se inicie un proceso de retiros voluntarios en RTA para luego avanzar con desvinculaciones. El objetivo es reducir la planta en un 45%, lo que implica la salida de casi 965 trabajadores de un total de 2246.

La medida afecta principalmente a Radio Nacional, donde se pretende desvincular a 584 de 1169 trabajadores, lo que representa una reducción del 50%. En la TV Pública, se busca desvincular a 153 de 849 trabajadores (18%). Además, se pretende desvincular a todos los ex empleados de Télam que continúan bajo la órbita de la empresa estatal.

Un sector del Gobierno explica que la decisión fue empujada por el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, quien advirtió el peso económico que tienen los salarios de los trabajadores en el balance de RTA. Sin embargo, cerca de Manuel Adorni, secretario de Comunicación y Medios, aseguraron que no fue decisión de Sturzenegger, sino que el Gobierno está llevando adelante su agenda.

La decisión se tomó en medio de una interna entre Adorni y el interventor designado al frente de RTA, Eduardo Roberto González, a quien le reprochan su forma de negociar las cuestiones salariales y su falta de compromiso con la batalla cultural que pretende dar el presidente Milei.

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Día del Padre: La caída de ventas refleja la preocupante situación del comercio

La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó una caída interanual estimada de entre el 2% y el 3% en unidades en las ventas del Día del Padre. Los consumidores priorizaron regalos de menor costo y la rentabilidad también fue menor debido a las promociones y descuentos.

El Día del Padre dejó un saldo negativo para el comercio minorista argentino, con una caída en las ventas que refleja la preocupante situación del sector. Según datos preliminares de la CAME, las ventas registraron una baja interanual estimada de entre el 2% y el 3% en unidades. El ticket promedio osciló entre los $40.000 y $50.000, un monto considerado bajo en relación con los precios actuales.

La situación se agravó debido a la priorización de regalos de menor costo por parte de los consumidores. «Se notó mucho que la gente cuidó muchísimo el bolsillo», afirmó Vicente Lourenzo, vocero de la CAME. La rentabilidad también se vio afectada por las promociones y descuentos aplicados para incentivar la demanda.

La caída de ventas se suma a una tendencia de retracción que ya se evidenció en otras fechas especiales como San Valentín y el Día de la Madre del año pasado. Los factores que influyeron en la baja de ventas incluyen el enfriamiento del consumo, el mal clima del fin de semana y la fuerte competencia del comercio online.

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La debacle laboral bajo la gestión Milei: casi 200.000 empleos registrados perdidos

El informe del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) revela que desde noviembre de 2023 hasta marzo de este año, se perdieron casi 200.000 puestos de trabajo registrados en el país. La caída del empleo afectó principalmente a La Rioja y Santa Cruz, mientras que los monotributistas aumentaron su registro, reflejando el crecimiento del trabajo cuentapropista.

El gobierno de Javier Milei se enfrenta a una realidad laboral desalentadora. Según el último informe del SIPA, elaborado por la Secretaría de Trabajo, el número de asalariados registrados en el sector privado cayó de 6.369.119 en noviembre de 2023 a 6.253.766 en marzo de este año, lo que representa una pérdida de 115.353 empleos. A esto se suman los empleados del sector público, que cayeron de 3.466.731 a 3.408.521 en marzo, un total de 58.210 puestos menos. Los trabajadores de casas particulares también se vieron afectados, pasando de 463.640 a 441.529, 22.111 menos.

La caída del empleo se distribuyó de manera desigual en todo el país. Las provincias más afectadas fueron Santa Cruz, con una caída del 11,4% en el empleo registrado, y La Rioja, con una baja del 11,1%. Otras provincias que experimentaron descensos significativos fueron Salta, Catamarca, Tierra del Fuego y Misiones.

En contrapartida, el sector que registró un crecimiento fue el trabajo cuentapropista por monotributo, que pasó de 2.037.762 personas a 2.112.759, lo que implica que hay 74.997 trabajadores más. Esto sugiere que muchos trabajadores están recurriendo al trabajo informal o por cuenta propia ante la falta de oportunidades laborales formales.

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