Por la pérdida salarial, judiciales retoman protestas en todo el país
Los judiciales nacionales anunciaron la continuidad del plan de lucha por recomposición salarial. La Unión de Empleados de Justicia de la Nación (UEJN) denunció una caída superior al 25% en los sueldos del sector y confirmó nuevas medidas de fuerza.
El sindicato que conduce Julio Piumato manifestó la «absoluta preocupación» tras conocerse los datos de inflación de julio que «golpea nuevamente a los judiciales».
Según datos del gremio, con los recientes valores inflacionarios oficiales, la pérdida salarial de los judiciales alcanza el 25,5%, «que es lo que necesitaríamos de recomposición salarial para el mes de julio».
Los trabajadores solicitaron a la Corte Suprema un incremento del 10% para comenzar a recuperar la pérdida que arrastran desde el inicio el gobierno de Javier Milei.
Con este panorama, el plenario nacional de delegados de la UEJN determinó la convocatoria a un banderazo nacional para este martes 20, a partir de las 10, y un paro nacional judicial de 24 horas para el viernes 23.
De acuerdo a trascendidos en el sector judicial, el alto tribunal pediría el cambio de partidas para otorgar un 3,5% para julio y un 3% para agosto, porcentajes que desde el gremio calificaron de «miserables».
«Es claro que nuestra petición para julio era del 10% para empezar a recuperar algunos puntos de la pérdida salarial que arrastramos desde diciembre debido a las políticas de ajuste del Gobierno. Nadie escapa de la consideración del ahogo presupuestario y salarial que implica este ajuste del Gobierno Nacional ni de los esfuerzos de la Corte por cumplir su compromiso estratégico -vigente desde hace ya 14 años- con la UEJN de mantener el nivel salarial (esto es, no perder con la inflación), pero lo que vivimos desde diciembre no sabemos hasta cuándo va a seguir afectando nuestros salarios«, señaló la UEJN.
Para recuperar el nivel salarial de noviembre de 2023, se necesitaría, más allá del 3,5% que se otorgaría, un 21,25% sobre el total abonado.
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Triunvirato confirmado: la CGT le cerró el paso al unicato que impulsaba Barrionuevo
El Congreso Nacional de la Confederación General del Trabajo (CGT) definió su nueva conducción tras una votación categórica que rechazó la moción de unicato impulsada por Luis Barrionuevo. Con más del 90% de los congresales presentes, la central obrera ratificó un triunvirato integrado por Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Arguello. La decisión consolida un acuerdo entre los sectores mayoritarios y busca contener las fracturas en medio de un clima de alta tirantez política y sindical.
En una jornada cargada de simbolismo y tensiones, la CGT definió su nuevo esquema de conducción en el estadio de Obras Sanitarias, donde más de dos mil congresales participaron de una votación a mano alzada que terminó por sellar el futuro inmediato de la central. La propuesta de unicato —una jefatura única promovida por Luis Barrionuevo y sus aliados— fue rechazada por una abrumadora mayoría, dando paso al consenso en torno a un triunvirato.
El nuevo mando estará compuesto por Jorge Sola (Sindicato del Seguro), Cristian Jerónimo (Sindicato del Vidrio) y Octavio Arguello (Camioneros), un equilibrio entre experiencia, juventud y representación sectorial. La definición fue el corolario de una extensa negociación que se resolvió la noche anterior en la sede de la UOCRA, con la participación de los principales referentes del sindicalismo tradicional: Héctor Daer, Armando Cavalieri, Hugo Moyano, Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y Sergio Sasia.
El acuerdo, que busca mantener la unidad formal de la CGT, no disimula las heridas internas. Barrionuevo, que llegó al Congreso con el respaldo de gremios poderosos como Gastronómicos, UTA, La Fraternidad y Carga y Descarga, sufrió una derrota contundente. Según fuentes presentes en el estadio, los delegados de la UTA se retiraron del recinto tras la votación adversa, en un gesto que exhibió la persistente división del mapa sindical.
Más allá del reparto en la cúpula, las negociaciones por las secretarías estratégicas se convirtieron en el nuevo eje de disputa. Entre los movimientos que se barajan, Héctor Daer asumiría en la Secretaría del Interior, Abel Furlán (UOM) en la Secretaría Gremial, Horacio Arreceygor (SATSAID) en Prensa y Omar Plaini (Canillitas) en Finanzas. La composición final será definida en las próximas horas, cuando el Congreso retome el cuarto intermedio dispuesto para ordenar los cargos restantes.
En paralelo, el Congreso fue escenario de un reclamo sostenido por parte de las mujeres sindicalistas, que expresaron su descontento ante la exclusión femenina en la conducción. “No venimos por la foto, no servimos el café, queremos a las compañeras conducir la CGT”, cantaron desde las gradas, visibilizando una demanda que atraviesa todas las centrales obreras y que, una vez más, quedó postergada. A pesar del avance discursivo en materia de paridad, el nuevo triunvirato no incluye mujeres en ninguno de los tres asientos principales.
El trasfondo político de la votación no pasó inadvertido. Con el gobierno nacional presionando por una reforma laboral y un nuevo esquema de diálogo social, la CGT se ve obligada a proyectar cohesión hacia afuera mientras lidia con sus propias tensiones internas. La derrota de Barrionuevo, que pretendía un liderazgo más concentrado, fue leída como una victoria de los sectores que apuestan a preservar la estructura tradicional, sin alterar el delicado equilibrio de poder entre los grandes gremios.
El nuevo triunvirato de la CGT llega en un momento de extrema sensibilidad económica y política, con una inflación persistente, caída del salario real y conflictividad en aumento. Aunque la fórmula tripartita garantiza, en principio, continuidad y contención, la fractura con los gremios alineados a Barrionuevo y la persistente falta de representación femenina exponen los límites de la renovación sindical.
En este escenario, la central obrera enfrenta el desafío de reconstruir una voz unificada frente a un gobierno que avanza con reformas estructurales y un movimiento obrero que reclama protagonismo real, no sólo equilibrio interno.
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El EPRE y la Cámara de Comercio sellaron un esquema que estabiliza el costo de la energía
A partir del próximo mes, los comercios sanjuaninos pagarán una tarifa plana de energía eléctrica. El esquema, acordado entre el Ente Provincial Regulador de la Electricidad (EPRE) y la Cámara de Comercio de San Juan, permitirá abonar un consumo promedio mensual y evitar los aumentos bruscos durante los períodos de mayor demanda. La medida busca otorgar previsibilidad a un sector golpeado por la recesión y el incremento sostenido de los costos.
Después de meses de reclamos por las subas tarifarias, los comerciantes de San Juan recibirán un alivio significativo. Según confirmó Hermes Rodríguez, presidente de la Cámara de Comercio de San Juan, a partir de diciembre los locales contarán con un sistema de tarifa plana de energía eléctrica, que promediará el consumo anual y amortiguará las diferencias estacionales que impactaban de lleno en los meses de verano.
En diálogo con un medio local, Rodríguez explicó que el acuerdo se alcanzó tras una serie de reuniones con el EPRE y que la nueva metodología de facturación representará un cambio sustancial en la forma de planificar los costos operativos.
“La idea es que se haga un promedio en función del consumo de cada comercio. De esa manera, no se van a encontrar con facturas impagables ni con la necesidad de salir a pedir dinero porque los picos de consumo, que suelen darse en verano, complican mucho la situación”, señaló el dirigente.
El anuncio llega en una momento complejo: el sector comercial acumula 17 meses consecutivos de caída en las ventas y soporta un incremento sostenido de los costos energéticos. Muchos locales habían reportado dificultades para afrontar los pagos durante los meses de calor, cuando el uso intensivo de aires acondicionados dispara el consumo eléctrico.
Rodríguez recordó que el problema se había agravado en los últimos meses.
“Hace seis meses dijimos que había unos 15 cortes por día. Naturgy te financiaba la deuda, pero la tarifa seguía siendo la misma. Con este sistema, los comerciantes van a poder fijar estrategias más claras para los próximos meses”, destacó.
El acuerdo contempla que la tarifa plana se base en un consumo promedio histórico individual por comercio, de modo que cada usuario pague una suma estable durante todo el año y se regularicen los ajustes al cierre del período. Según fuentes del EPRE, el esquema también apunta a mejorar la previsibilidad del sistema energético local, evitando morosidad y picos de demanda que desestabilizan la red.
El anuncio oficial se realizará en los próximos días con la participación del Ejecutivo provincial, que intervino para facilitar la implementación del beneficio y garantizar su alcance a la mayor cantidad de comercios posible. Se espera que la medida sea bien recibida por el sector, que venía reclamando previsibilidad para sostener la actividad y evitar cierres.
El nuevo esquema de tarifa plana eléctrica representa un respiro para los comercios sanjuaninos, duramente afectados por la caída del consumo y la presión de los costos fijos. Más que un alivio coyuntural, la medida busca ofrecer una herramienta de estabilidad en un escenario de inestabilidad económica prolongada.
De su éxito dependerá no solo la continuidad de cientos de pequeños y medianos locales, sino también la posibilidad de recuperar un entramado comercial que constituye uno de los motores más dinámicos de la economía provincial.
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Gobernadores dividen posiciones ante la reforma laboral y el sindicalismo pierde peso en el Congreso
Mientras la CGT y las dos CTA expresan su rechazo, el Gobierno de Javier Milei acelera el debate por la reforma laboral, que se discutirá tras la renovación legislativa del 10 de diciembre. El proyecto, que busca “modernizar las normas de trabajo”, ya divide aguas entre los gobernadores, incluidos varios del peronismo. Con el sindicalismo en franca minoría parlamentaria, el Ejecutivo se encamina a un debate con correlación de fuerzas favorable.
La discusión sobre la flexibilización laboral avanza por distintos frentes: el Consejo de Mayo, las legislaturas provinciales y el Congreso de la Nación, donde el oficialismo presentará formalmente su proyecto una vez renovadas las bancas legislativas. La iniciativa, que promete ser uno de los ejes centrales del programa económico del gobierno de Javier Milei, ya despertó reacciones encontradas tanto en el sindicalismo como entre los mandatarios provinciales.
Desde las principales organizaciones gremiales —la Confederación General del Trabajo (CGT) y las dos CTA (de los Trabajadores y Autónoma)— la postura fue inmediata: rechazo total a cualquier intento de ampliar la jornada laboral o flexibilizar derechos adquiridos. Pero el debate se trasladó a las provincias, donde la posición de los gobernadores será determinante, tanto en términos políticos como en el comportamiento de sus bloques en el Congreso.
Desde la Provincia de Buenos Aires, el gobierno de Axel Kicillof salió a marcar diferencias con dureza. Su ministro de Trabajo, Walter Correa, calificó el proyecto de Milei como “fuera de época” y remarcó que “lo que hoy se discute en el mundo es la reducción de la jornada laboral, no su ampliación a 12 o 13 horas diarias”. La postura bonaerense busca marcar un límite político y simbólico frente al avance de un modelo que considera regresivo en materia de derechos laborales.
Sin embargo, el rechazo no es unánime dentro del peronismo. Dos gobernadores de esa extracción, Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca), salieron públicamente a respaldar la necesidad de una actualización normativa.
Jaldo, que ya acompañó con votos legislativos varias iniciativas del oficialismo, sostuvo que “las normas laborales deben modernizarse porque la tecnología avanzó y la realidad productiva cambió”. Aclaró que “no se trata de quitar derechos, sino de adaptarlos a los tiempos actuales” y que los “derechos adquiridos no se tocan”, una línea discursiva que busca equilibrar pragmatismo político y resguardo simbólico del legado justicialista.
En sintonía, Jalil planteó que una reforma podría ser “una herramienta para promover la inversión y el empleo”, sumándose a un grupo de mandatarios que ven en el debate una oportunidad para atraer capital y reactivar economías provinciales golpeadas.
El respaldo también se extiende a gobernadores de otras fuerzas políticas. El radical Maximiliano Pullaro (Santa Fe) valoró el “cambio de actitud del Gobierno tras las elecciones” y se comprometió a trabajar “en unidad para sacar el país adelante”, siempre que las reformas “sirvan para impulsar la producción y formalizar el empleo”.
Su correligionario cordobés, Martín Llaryora, reclamó que el nuevo clima de diálogo “incluya a los gobernadores, la industria y las instituciones representativas del trabajo y la producción”, advirtiendo sobre los riesgos de un debate cerrado entre tecnócratas y despachos nacionales.
Entre los apoyos previsibles también figuran el sanjuanino Marcelo Orrego (Producción y Trabajo), el entrerriano Rogelio Frigerio (PRO) y el salteño Gustavo Sáenz (Identidad Salteña), quienes manifestaron su disposición a acompañar los proyectos del Ejecutivo en nombre de la gobernabilidad y la competitividad regional.
El mapa político que se configura anticipa un Congreso favorable al oficialismo, especialmente tras la renovación legislativa del 10 de diciembre, que dejará a las fuerzas opositoras tradicionales con menor representación sindical. En la nueva composición, el bloque gremial se reduce a figuras como Sergio Palazzo (La Bancaria), Hugo Yasky (docentes), Vanesa Siley (judiciales) y el ingreso de Hugo Moyano (h.), abogado del sindicato de Camioneros. La izquierda, en tanto, perdió una banca, acentuando el desequilibrio.
La reforma laboral que promueve el Gobierno de Milei abre un debate que excede el plano técnico y toca el núcleo del modelo de relaciones laborales argentino. Mientras el sindicalismo resiste y los gobernadores miden costos y beneficios, el oficialismo aprovecha su nuevo peso parlamentario y un contexto económico adverso para instalar la idea de “modernización” como sinónimo de competitividad.
Pero más allá de los discursos, el desafío político será definir si esa modernización implica una actualización equilibrada de derechos o una reconfiguración estructural del trabajo que modifique la relación histórica entre el capital y el movimiento obrero.
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