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Según datos difundidos por el ministerio de Trabajo, el empleo registrado privado creció nuevamente en marzo de 2023. El informe, basado en el Sistema Integrado de Previsional Argentino (SIPA-AFIP), da cuenta de la creación neta de 12.160 puestos de trabajo registrados entre marzo y abril de este año.

La tendencia acumula 32 meses consecutivos de crecimiento desde mayo de 2020 cuando el empleo registrado cayó a un piso histórico producto de las restricciones sanitarias creadas en el marco de la pandemia. En el período, según el informe de la cartera laboral, se crearon 1.353.687 que implican un crecimiento del 11,5% del empleo registrado.

En relación a la situación de marzo de 2022, el registro de la AFIP da cuenta de la creación neta de 538.553 puestos de trabajo, un crecimiento del 4,3% en apenas un año. A la hora de comparar con la situación previa a la pandemia surge que, desde marzo de 2019, se crearon más de 960 mil puestos de trabajo con un crecimiento acumulado del 8%.

Allí sin embargo, se incluyen diversas formas de empleo con modalidades de contratación diferentes. El informe discrimina entre el empleo registrado creado por el sector privado, el sector público, el empleo en casas particulares y las diversas formas de registración de trabajadores independientes como los trabajadores autónomos, los monotributistas tradicionales y los inscriptos en el monotributo social.

Según el propio informe el sector privado generó en el último año 252 mil empleos y el sector público fue el responsable de generar 74.500 empleos. Se trata de un crecimiento del 4,1% y el 2,2% respectivamente que contrastan con el crecimiento del 37,4% que registró el monotributo social responsable de la creación de 163.800 puestos de trabajo “registrados” del total de casi 540 mil que se generaron en un año.

Los monotributistas sociales son aquellos trabajadores que perciben un ingreso mensual bruto inferior a una jubilación mínima hoy en poco más de $70 mil o integran una cooperativa y, por ese motivo, reciben un subsidio del 100% del componente impositivo y previsional y del 50% en el componente de la obra social.

Si se analizara el desagregado en la creación de empleo registrado en los 32 meses de crecimiento acumulado, la tendencia a la precarización es todavía más profunda.

De hecho, del 1.353.700 puestos registrados creados desde mayo de 2020 solo 594 mil fueron creados por el sector privado que implican un crecimiento del 10,3% mientras que el empleo del sector público creció un 6,2%. El monotributo social se incrementó en 249.300 trabajadores independientes que implican un salto del 70,6% y el monotributo tradicional creció un 20,8% con 322 mil nuevos inscriptos bajo esa modalidad.

De esta forma la destrucción de empleo provocada por las restricciones propias de la pandemia sirvieron para profundizar un proceso de precarización del empleo bajo la forma del monotributismo, mecanismo utilizado muchas veces para encubrir una relación de dependencia encubierta.

Una década de deterioro

El proceso que se aceleró en los últimos tres años, sin embargo, se sostiene desde hace ya más de una década. Desde marzo de 2012 el empleo registrado creció un 19,2% pero en el sector privado apenas lo hizo en un 4,2%. El empleo en el sector público creció en un 30,5% y el empleo en casa particulares un 18,5%. El monotributo común creció en once años un 42,5% y el monotributo social en un 254,1%. Este último pasó de representar un 1,5% del total del trabajo registrado en marzo de 2012 hasta el 4,6% en la actualidad. El monotributo común pasó de representar el 12% del total del trabajo registrado hasta el 14,3% en la actualidad.

Más servicios, menos industria

Pero el deterioro de la calidad del empleo también se refleja al interior del empleo privado.

Mientras que en marzo de 2013 el empleo industrial representaba un 20,7% del total del empleo privado en la actualidad perdió dos puntos de representación cayendo hasta un 18,7%. La merma del sector que genera empleos de mejor calidad y mejor remunerados se dio en favor del comercio que ganó un punto porcentual de representación, los servicios sociales y de salud que mejoraron su participación en 0,7 puntos y la educación privada que avanzó 0,7 puntos.

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La inversión educativa tocaría su piso histórico y los docentes hablan de desmantelamiento

La Confederación de Trabajadores de la Educación alertó que el Gobierno nacional impulsa un ajuste sin precedentes en el sistema educativo: reducción drástica del presupuesto, eliminación del FONID, desfinanciamiento de programas clave y una deuda millonaria con la docencia. Según su Instituto Marina Vilte, la inversión educativa proyectada para 2026 será la más baja de las últimas décadas y profundizará desigualdades estructurales en todo el país.

CTERA difundió un informe en el que analiza el impacto del Presupuesto 2026 sobre la educación pública y concluye que la reducción de recursos coloca al sistema en una situación de extrema vulnerabilidad. Según el Instituto Marina Vilte, el Gobierno propone que la inversión nacional en Educación y Cultura caiga al 0,75% del PBI, muy por debajo de los niveles recientes: 1,41% en 2023 y 1,66% en 2015.

La estimación del REM-BCRA es todavía más alarmante: 0,68% del PBI, lo que representaría el piso más bajo del que se tenga registro. Para la entidad gremial, esta caída “profundiza desigualdades, limita la capacidad de las provincias para sostener políticas clave y afecta directamente las condiciones de enseñanza y aprendizaje”.

El recorte compromete infraestructura, programas pedagógicos, iniciativas de inclusión digital y la educación técnico-profesional. Para CTERA, se trata de un proceso de desmantelamiento progresivo que amenaza la estructura misma del sistema educativo.

Eliminación del FONID: un golpe histórico al salario docente

Uno de los puntos más críticos del ajuste es la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), un componente salarial creado en 1998 que complementa el ingreso de maestras y maestros de todo el país.

Según las placas difundidas por el gremio, el presupuesto 2026 contempla una caída real del 98% en términos interanuales respecto de 2016, consolidando un desfinanciamiento que comenzó en 2024 y terminó por dejar sin efecto un instrumento clave para asegurar pisos salariales y sostener a las provincias de menor capacidad presupuestaria.

CTERA recordó además que el Gobierno mantiene una deuda millonaria con la docencia por este concepto. De acuerdo con los cálculos ajustados por IPC, el valor actualizado del FONID debería ubicarse en $124.500 por docente a octubre de 2025, mientras que el último pago percibido fue el correspondiente a septiembre de 2023: $28.700. “El FONID es un derecho conquistado y no puede eliminarse por decreto”, reiteró la organización.

Programas paralizados, infraestructura comprometida y más desigualdad

El informe también expone el impacto del desfinanciamiento sobre políticas centrales: obras y mantenimiento escolar, programas socioeducativos, iniciativas de formación docente, acompañamiento pedagógico y el histórico Conectar Igualdad, hoy interrumpido o severamente recortado.

Para CTERA, estas decisiones no solo deterioran el funcionamiento cotidiano de las escuelas sino que profundizan brechas entre provincias y regiones, agravando la desigualdad educativa y limitando oportunidades para los sectores más vulnerables.

Un llamado urgente al Gobierno: “Basta de ajuste a la educación”

La entidad docente exigió al Gobierno nacional que revierta el recorte y convoque a instancias de diálogo para restituir los fondos eliminados. “La educación pública atraviesa su nivel de inversión más crítico, afectando el derecho de millones de estudiantes”, advirtió CTERA.

Con un presupuesto en caída libre, salarios pulverizados, programas paralizados y una deuda sin saldar, la organización confirmó que continuará visibilizando la situación y reclamando medidas para evitar —según sus palabras— un “desmantelamiento silencioso pero sistemático” del sistema educativo.

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Los gremios del transporte cierran filas contra la reforma laboral y exigen una reforma impositiva

En una reunión de su Consejo Directivo, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte ratificó un rechazo absoluto a la reforma laboral que prepara el Gobierno y planteó, en cambio, la necesidad de avanzar en una profunda reforma tributaria. Con Hugo Moyano (h) como enlace parlamentario, la entidad trazó su estrategia legislativa y llamó a la unidad del movimiento obrero.

La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que reúne a los principales sindicatos del sector —con la única excepción de la UTA—, dejó en claro que no habrá margen para negociar la reforma laboral que el Gobierno de Javier Milei pretende enviar al Congreso en diciembre.

El cónclave, realizado en la sede central de la entidad en el barrio porteño de San Cristóbal, reunió a los referentes de la organización bajo un diagnóstico común: la iniciativa oficial constituye una “propuesta regresiva y perjudicial para los trabajadores del sector”, motivo por el cual la Confederación adoptará una “postura firme y unitaria” para enfrentarla.

El secretario general de la CATT, Juan Carlos Schmid, sostuvo que el camino para impulsar el empleo no pasa por el “ajuste laboral”, sino por una reforma tributaria integral que dé condiciones reales para la inversión y la generación de puestos de trabajo. “Una reforma laboral que retrotrae derechos esenciales evoca épocas de explotación y desprotección que no podemos permitir”, remarcó.

En sintonía, el secretario gremial, Juan Pablo Brey, afirmó que cualquier transformación del mercado laboral debe estar basada en la dignidad de los trabajadores y el respeto irrestricto de los convenios colectivos, pilares históricos del movimiento obrero argentino.

Por su parte, el secretario adjunto de la Confederación, Omar Pérez, dirigente de Camioneros y hombre de confianza de la familia Moyano, destacó la necesidad de defender en bloque los derechos conquistados, advirtiendo que el sindicalismo del transporte será un actor central en la resistencia a las medidas oficiales.

Estrategia parlamentaria: el rol clave de Hugo Moyano (h)

La presencia del secretario de Relaciones Institucionales de la CATT, Hugo Moyano (h), recientemente electo diputado nacional, dotó a la reunión de un componente estratégico adicional. El Consejo Directivo analizó junto a él la futura disputa parlamentaria, previendo que la reforma ingresará a la Cámara de Diputados alrededor del 15 de diciembre, en el marco de sesiones extraordinarias convocadas por el Gobierno.

El flamante legislador —abogado laboralista y figura emergente en la interlocución del sindicalismo con el Congreso— planteó la necesidad de articular esfuerzos con distintos bloques opositores para bloquear el avance del proyecto. “Debemos garantizar que el Congreso no sea una escribanía del poder ejecutivo en materia laboral”, coincidieron los dirigentes.

Con esta definición, la CATT se alinea con otras organizaciones como las CTA, ATE y los sectores mayoritarios de la CGT, todas coincidentes en que la propuesta gubernamental de flexibilización laboral no es negociable.

Un movimiento obrero que reorganiza sus fuerzas

El encuentro dejó un mensaje claro: el transporte, uno de los sectores con mayor capacidad de presión y organización, se posiciona como un actor central en la disputa política que se viene. La CATT no solo anticipó su rechazo a la reforma laboral, sino que también se comprometió a diseñar una agenda propositiva que contemple la modernización del sistema de transporte, la defensa del empleo y la mejora de las condiciones laborales.

El documento final de la reunión expresó un respaldo unánime a esta hoja de ruta, dejando en claro que el gremialismo del sector afrontará la discusión desde un lugar de unidad, firmeza y convicción.

La CATT se suma así a un frente sindical cada vez más articulado y dispuesto a resistir los cambios que propone el Gobierno nacional. Con una conducción cohesionada, presencia legislativa y un discurso que combina defensa de derechos con propuestas de fondo —como la reforma tributaria—, los gremios del transporte buscan convertirse en uno de los principales contrapesos al proyecto de flexibilización laboral. El escenario político que se abre hacia diciembre será decisivo para medir la fuerza de esta estrategia.

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La CGT rearma su estrategia con legisladores sindicales y prepara un contraproyecto laboral propio

En una reunión clave realizada en la sede de Azopardo, la conducción de la CGT se reunió con los diputados nacionales de extracción sindical para analizar los alcances de la reforma laboral impulsada por el Gobierno y definir un plan de acción conjunto. El triunvirato integrado por Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Argüello advirtió que la central solo aceptará un debate que implique “más derechos” y reclamó ser convocada de manera formal a discutir cualquier modificación en la legislación vigente.

La conducción encabezada por el renovado triunvirato —Jorge Sola (Seguros), Cristian Jerónimo (Vidrio) y Octavio Argüello (Camioneros)— recibió en la histórica sede de Azopardo a los diputados nacionales de extracción sindical. El objetivo: trazar un frente común en el Congreso y avanzar en la elaboración de un contraproyecto “progresivo e inclusivo”, que se posicione como alternativa a las iniciativas oficiales que, según la central, ponen en riesgo “conquistas históricas del movimiento obrero”.

La previa de la reunión ya había demostrado el peso político de la cita: en la mesa chica participaron figuras de gran influencia interna como Hugo Moyano, Héctor Daer, José Luis Lingeri y Andrés Rodríguez, quienes coincidieron en que “cualquier intento de flexibilización deberá contar con la respuesta coordinada de todo el sindicalismo”.

La presencia de los legisladores y la lógica parlamentaria

Entre los diputados presentes estuvieron Hugo Moyano (h), Vanesa Siley, Sergio Palazzo (Bancarios), Mario “Paco” Manrique (SMATA) y Hugo Yasky (CTA-T), todos integrantes del bloque Unión por la Patria. Los legisladores ofrecieron un diagnóstico del escenario parlamentario y detallaron las posibles vías para resistir el avance de un proyecto que el oficialismo presenta como “modernización”, pero que para el sindicalismo implica un retroceso en materia de estabilidad, registración y protección laboral.

Palazzo sintetizó el espíritu de la convocatoria: “Nos reunió la CGT para analizar estrategias y construir proyectos superadores. Lo que el país necesita es una reforma laboral progresiva, no un recorte de derechos como pretende el Presidente”.

La articulación legislativa será clave en un Congreso fragmentado, donde el oficialismo necesita alianzas para lograr mayorías. La metáfora que circuló en Azopardo fue elocuente: “Ninguna reforma estructural pasará sin que la CGT haga oír su peso político”.

Las advertencias del triunvirato: diálogo sí, retrocesos no

A la salida del encuentro, el primer triunviro, Jorge Sola, expuso una postura firme pero abierta al debate: la CGT está dispuesta a discutir la modernización laboral, pero no bajo condicionamientos que “reduzcan derechos o debiliten la relación laboral”.

Sola además trazó un diagnóstico inquietante:

el país atraviesa una recesión profunda,

se multiplican los cierres de pymes,

cae el empleo formal,

y el Gobierno “carece de una visión productiva”.

En ese marco, Sola lanzó una advertencia directa: “Si no nos llaman, chocarán con la pared de siempre”.

También reprochó el discurso reciente del ministro de Economía, Luis Caputo, ante la UIA, señalando que “no mencionó ni una vez la palabra industria”, un gesto que para la CGT revela la orientación del programa económico.

Por su parte, Cristian Jerónimo, secretario general del Vidrio y uno de los nuevos integrantes del triunvirato, marcó un punto clave en la interna gremial:

“Si quieren discutir, discutamos todo. Una negociación laboral con más derechos, no con menos. Y discutamos también el reparto de ganancias”.

El planteo ubica a la CGT en una posición ofensiva: no sólo rechaza retrocesos, sino que propone avanzar en debates que históricamente incomodan al sector empresario.

Octavio Argüello, representante de Camioneros, acompañó la línea de sus pares y afirmó que la modernización laboral “ya ocurre en cada convenio colectivo”, dejando en claro que no se necesita una reforma de flexibilización generalizada para adaptar la normativa a los cambios productivos.

La cumbre en Azopardo dejó una señal clara: la CGT no solo pretende resistir la reforma laboral, sino también condicionar su contenido y exigir un lugar formal en la mesa de negociaciones. La coordinación con los diputados gremiales refuerza el músculo político de la central obrera y abre la puerta a la presentación de un contraproyecto propio, alineado con la idea de que la “modernización” debe traducirse en más derechos, mayor productividad y un modelo de relaciones laborales equilibrado.

El Gobierno, que necesita avanzar en una reforma estructural para sostener su programa económico, deberá decidir si incluye al sindicalismo en la discusión o enfrenta un escenario de resistencia creciente en el Congreso y en las calles. La advertencia del triunvirato fue explícita y contundente: “Sin diálogo real, chocarán con la pared”.

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