Moyano en desacuerdo con el salario mínimo
El dirigente camionero y titular adjunto de la CGT, Pablo Moyano, calificó de “vergonzoso” al aumento de solo 18 mil pesos acordado ayer en el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) y le exigió al gobierno nacional que otorgue una suma fija para los trabajadores que están por debajo de la línea de pobreza: “Si hay aspiraciones de ganar las elecciones hay que poner guita en el bolsillo de la gente”, sentenció.
“Estuvimos cuatro horas discutiendo 18 mil pesos. Yo me fui, pero si tenía que votar, habría votado negativo”, cuestionó el dirigente que durante el encuentro virtual que ayer mantuvieron gremios y empresas mantuvo, y en el que él tuvo un contrapunto con empresarios y la ministra de Trabajo, Kelly Olmos.
A la ministra le reprochó que “es una vergüenza que en un gobierno peronista” se discuta una cifra magra respecto de los niveles de inflación. Y a los empresarios los acusó de ser “los responsables de los aumentos y la especulación”.
«El salario mínimo debería ser de 180 mil, como mínimo”
Lo que Moyano rechazó fue el incremento del 26 por ciento en el SMVM que ayer elevó el ingreso mínimo a 88 mil pesos para junio próximo. “Si la canasta básica está 177 mil pesos, el salario mínimo debería ser de 180 mil, como mínimo”, explicó durante una entrevista por Radio 10.
El líder camionero no fue el único gremialista que expresó su disconformidad con ese acuerdo pero sí el primero en retirarse de la reunión. Quien siguió la negociación fue su par en la CGT Héctor Daer.
Moyano reconoció que puertas adentro de la central obrera hay diferencias de criterios para afrontar la situación salarial pero dejó claro que “esto no quiere decir que yo me voy a ir de la CGT”, puntualizó.
Las críticas más duras fueron dirigidas a los referentes de las principales compañías del país. A ellos, el gremialista los acusó de “llevarse en pala” las ganancias que producen los trabajadores y los responsabilizó por la crisis económica en el país. “El Gobierno está haciendo todo lo posible (para contener la inflación) pero los empresarios no le hacen caso y especulan, y remarcan”.
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Triunvirato confirmado: la CGT le cerró el paso al unicato que impulsaba Barrionuevo
El Congreso Nacional de la Confederación General del Trabajo (CGT) definió su nueva conducción tras una votación categórica que rechazó la moción de unicato impulsada por Luis Barrionuevo. Con más del 90% de los congresales presentes, la central obrera ratificó un triunvirato integrado por Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Arguello. La decisión consolida un acuerdo entre los sectores mayoritarios y busca contener las fracturas en medio de un clima de alta tirantez política y sindical.
En una jornada cargada de simbolismo y tensiones, la CGT definió su nuevo esquema de conducción en el estadio de Obras Sanitarias, donde más de dos mil congresales participaron de una votación a mano alzada que terminó por sellar el futuro inmediato de la central. La propuesta de unicato —una jefatura única promovida por Luis Barrionuevo y sus aliados— fue rechazada por una abrumadora mayoría, dando paso al consenso en torno a un triunvirato.
El nuevo mando estará compuesto por Jorge Sola (Sindicato del Seguro), Cristian Jerónimo (Sindicato del Vidrio) y Octavio Arguello (Camioneros), un equilibrio entre experiencia, juventud y representación sectorial. La definición fue el corolario de una extensa negociación que se resolvió la noche anterior en la sede de la UOCRA, con la participación de los principales referentes del sindicalismo tradicional: Héctor Daer, Armando Cavalieri, Hugo Moyano, Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y Sergio Sasia.
El acuerdo, que busca mantener la unidad formal de la CGT, no disimula las heridas internas. Barrionuevo, que llegó al Congreso con el respaldo de gremios poderosos como Gastronómicos, UTA, La Fraternidad y Carga y Descarga, sufrió una derrota contundente. Según fuentes presentes en el estadio, los delegados de la UTA se retiraron del recinto tras la votación adversa, en un gesto que exhibió la persistente división del mapa sindical.
Más allá del reparto en la cúpula, las negociaciones por las secretarías estratégicas se convirtieron en el nuevo eje de disputa. Entre los movimientos que se barajan, Héctor Daer asumiría en la Secretaría del Interior, Abel Furlán (UOM) en la Secretaría Gremial, Horacio Arreceygor (SATSAID) en Prensa y Omar Plaini (Canillitas) en Finanzas. La composición final será definida en las próximas horas, cuando el Congreso retome el cuarto intermedio dispuesto para ordenar los cargos restantes.
En paralelo, el Congreso fue escenario de un reclamo sostenido por parte de las mujeres sindicalistas, que expresaron su descontento ante la exclusión femenina en la conducción. “No venimos por la foto, no servimos el café, queremos a las compañeras conducir la CGT”, cantaron desde las gradas, visibilizando una demanda que atraviesa todas las centrales obreras y que, una vez más, quedó postergada. A pesar del avance discursivo en materia de paridad, el nuevo triunvirato no incluye mujeres en ninguno de los tres asientos principales.
El trasfondo político de la votación no pasó inadvertido. Con el gobierno nacional presionando por una reforma laboral y un nuevo esquema de diálogo social, la CGT se ve obligada a proyectar cohesión hacia afuera mientras lidia con sus propias tensiones internas. La derrota de Barrionuevo, que pretendía un liderazgo más concentrado, fue leída como una victoria de los sectores que apuestan a preservar la estructura tradicional, sin alterar el delicado equilibrio de poder entre los grandes gremios.
El nuevo triunvirato de la CGT llega en un momento de extrema sensibilidad económica y política, con una inflación persistente, caída del salario real y conflictividad en aumento. Aunque la fórmula tripartita garantiza, en principio, continuidad y contención, la fractura con los gremios alineados a Barrionuevo y la persistente falta de representación femenina exponen los límites de la renovación sindical.
En este escenario, la central obrera enfrenta el desafío de reconstruir una voz unificada frente a un gobierno que avanza con reformas estructurales y un movimiento obrero que reclama protagonismo real, no sólo equilibrio interno.
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Gobernadores dividen posiciones ante la reforma laboral y el sindicalismo pierde peso en el Congreso
Mientras la CGT y las dos CTA expresan su rechazo, el Gobierno de Javier Milei acelera el debate por la reforma laboral, que se discutirá tras la renovación legislativa del 10 de diciembre. El proyecto, que busca “modernizar las normas de trabajo”, ya divide aguas entre los gobernadores, incluidos varios del peronismo. Con el sindicalismo en franca minoría parlamentaria, el Ejecutivo se encamina a un debate con correlación de fuerzas favorable.
La discusión sobre la flexibilización laboral avanza por distintos frentes: el Consejo de Mayo, las legislaturas provinciales y el Congreso de la Nación, donde el oficialismo presentará formalmente su proyecto una vez renovadas las bancas legislativas. La iniciativa, que promete ser uno de los ejes centrales del programa económico del gobierno de Javier Milei, ya despertó reacciones encontradas tanto en el sindicalismo como entre los mandatarios provinciales.
Desde las principales organizaciones gremiales —la Confederación General del Trabajo (CGT) y las dos CTA (de los Trabajadores y Autónoma)— la postura fue inmediata: rechazo total a cualquier intento de ampliar la jornada laboral o flexibilizar derechos adquiridos. Pero el debate se trasladó a las provincias, donde la posición de los gobernadores será determinante, tanto en términos políticos como en el comportamiento de sus bloques en el Congreso.
Desde la Provincia de Buenos Aires, el gobierno de Axel Kicillof salió a marcar diferencias con dureza. Su ministro de Trabajo, Walter Correa, calificó el proyecto de Milei como “fuera de época” y remarcó que “lo que hoy se discute en el mundo es la reducción de la jornada laboral, no su ampliación a 12 o 13 horas diarias”. La postura bonaerense busca marcar un límite político y simbólico frente al avance de un modelo que considera regresivo en materia de derechos laborales.
Sin embargo, el rechazo no es unánime dentro del peronismo. Dos gobernadores de esa extracción, Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca), salieron públicamente a respaldar la necesidad de una actualización normativa.
Jaldo, que ya acompañó con votos legislativos varias iniciativas del oficialismo, sostuvo que “las normas laborales deben modernizarse porque la tecnología avanzó y la realidad productiva cambió”. Aclaró que “no se trata de quitar derechos, sino de adaptarlos a los tiempos actuales” y que los “derechos adquiridos no se tocan”, una línea discursiva que busca equilibrar pragmatismo político y resguardo simbólico del legado justicialista.
En sintonía, Jalil planteó que una reforma podría ser “una herramienta para promover la inversión y el empleo”, sumándose a un grupo de mandatarios que ven en el debate una oportunidad para atraer capital y reactivar economías provinciales golpeadas.
El respaldo también se extiende a gobernadores de otras fuerzas políticas. El radical Maximiliano Pullaro (Santa Fe) valoró el “cambio de actitud del Gobierno tras las elecciones” y se comprometió a trabajar “en unidad para sacar el país adelante”, siempre que las reformas “sirvan para impulsar la producción y formalizar el empleo”.
Su correligionario cordobés, Martín Llaryora, reclamó que el nuevo clima de diálogo “incluya a los gobernadores, la industria y las instituciones representativas del trabajo y la producción”, advirtiendo sobre los riesgos de un debate cerrado entre tecnócratas y despachos nacionales.
Entre los apoyos previsibles también figuran el sanjuanino Marcelo Orrego (Producción y Trabajo), el entrerriano Rogelio Frigerio (PRO) y el salteño Gustavo Sáenz (Identidad Salteña), quienes manifestaron su disposición a acompañar los proyectos del Ejecutivo en nombre de la gobernabilidad y la competitividad regional.
El mapa político que se configura anticipa un Congreso favorable al oficialismo, especialmente tras la renovación legislativa del 10 de diciembre, que dejará a las fuerzas opositoras tradicionales con menor representación sindical. En la nueva composición, el bloque gremial se reduce a figuras como Sergio Palazzo (La Bancaria), Hugo Yasky (docentes), Vanesa Siley (judiciales) y el ingreso de Hugo Moyano (h.), abogado del sindicato de Camioneros. La izquierda, en tanto, perdió una banca, acentuando el desequilibrio.
La reforma laboral que promueve el Gobierno de Milei abre un debate que excede el plano técnico y toca el núcleo del modelo de relaciones laborales argentino. Mientras el sindicalismo resiste y los gobernadores miden costos y beneficios, el oficialismo aprovecha su nuevo peso parlamentario y un contexto económico adverso para instalar la idea de “modernización” como sinónimo de competitividad.
Pero más allá de los discursos, el desafío político será definir si esa modernización implica una actualización equilibrada de derechos o una reconfiguración estructural del trabajo que modifique la relación histórica entre el capital y el movimiento obrero.
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Definiciones al filo del Congreso de la CGT y un triunvirato con final abierto
Con el Congreso Nacional Ordinario convocado para este miércoles en Obras Sanitarias, las negociaciones por la nueva conducción de la CGT entran en su tramo decisivo. Jorge Sola y Cristian Jerónimo aparecen como nombres confirmados en un triunvirato que busca consenso, mientras persiste la disputa por el tercer lugar entre los sectores de Moyano, Barrionuevo y las Mujeres Sindicalistas.
A menos de 24 horas del Congreso Nacional Ordinario que renovará la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT), el mapa sindical argentino se encuentra inmerso en un intenso proceso de negociación. Las reuniones se multiplican y los contactos cruzados se prolongan hasta último momento, en un intento por sellar una fórmula de unidad que evite una fractura en el movimiento obrero.
Por estas horas, existe una certeza: habrá triunvirato. Dos nombres ya están confirmados: Jorge Sola, del Sindicato del Seguro, y Cristian Jerónimo, del Sindicato del Vidrio. Ambos integran espacios que, aunque diversos, lograron converger en la necesidad de sostener un equilibrio institucional que preserve la continuidad del modelo colegiado de conducción.
El tercer lugar, sin embargo, es el gran punto de tensión. Hugo Moyano presiona para imponer la continuidad de Octavio Argüello (Camioneros) o abrir espacio a Facundo Moyano, recientemente reincorporado al SUTPA, como gesto hacia su sector. En paralelo, el barrionuevismo, con Luis Barrionuevo al frente, se resiste a convalidar una lista cerrada y promueve un nombre alternativo —se mencionó incluso a Gustavo Vila, del gremio de Carga y Descarga— con apoyo de dirigentes territoriales aliados.
El sector de Mujeres Sindicalistas también reclama representación real en la cúpula. Voces internas sostienen que Maia Volcovinsky (Judiciales) o Marina Jaureguiberri (UDA) deberían ocupar ese tercer puesto, no solo por paridad de género sino también por la necesidad de reflejar la diversidad de la CGT. “No puede haber unidad sin equidad”, apuntan desde el espacio femenino de la central.
Mientras tanto, los Gordos e Independientes —que agrupan a más de 50 gremios— se mueven con cautela para no romper los puentes de diálogo. Todo indica que respaldarán el binomio Sola-Jerónimo, aunque las diferencias con el moyanismo y la falta de definiciones en torno al tercer nombre amenazan con dinamitar el consenso alcanzado.
A este clima se suma la UOM, encabezada por Abel Furlán, que impulsa una postura más combativa y propone un unicato en lugar del triunvirato. “El Gobierno nos declaró la guerra. Tenemos que tener una CGT dispuesta a salir a la calle a pelear”, plantean desde su entorno, dejando entrever el descontento con un esquema que consideran “de equilibrio más que de conducción”.
Del otro lado, el barrionuevismo mantiene su estrategia de presión. Barrionuevo no asistió a la última reunión de Mesa Chica ampliada en la UOCRA ni envió delegados de su confianza. Su ausencia fue leída como una señal de distanciamiento y una advertencia: sin un rol decisivo en la definición de la nueva cúpula, podría abrir un frente propio o incluso promover la abstención de sus congresales.
El Congreso, que se realizará este miércoles a las 9 de la mañana en el Club Obras Sanitarias, reunirá a 2.186 congresales de 210 organizaciones, con los 25 sindicatos más poderosos concentrando el 73% de los votos. La elección será por lista completa y voto secreto para un Consejo Directivo de 50 miembros, compuesto por 36 secretarías y 14 vocalías, con paridad de género en la mayoría de los cargos. Además, se aprobarán memorias y balances del período 2021-2024 y se designará la Comisión Revisora de Cuentas.
Aunque todo apunta a que habrá una lista de unidad, las posiciones encontradas podrían derivar en una votación —algo poco habitual en la historia reciente de la CGT— o incluso en un quiebre, si algún sector decide retirarse antes de la proclamación. “El que juega para romper está jugando para el Gobierno”, advirtió un dirigente en diálogo con InfoGremiales, dejando en claro que el sindicalismo no se permitirá regalarle a la Casa Rosada una división interna en medio del debate por la Reforma Laboral.
El Congreso de Obras se anticipa como una jornada clave no sólo para la CGT, sino para el rumbo del sindicalismo argentino frente a un gobierno que impulsa reformas estructurales en materia laboral y previsional. El resultado de las negociaciones —ya sea la confirmación de un triunvirato de equilibrio o la irrupción de una fractura— marcará el tono de la respuesta gremial en los próximos meses.
Entre acuerdos frágiles, liderazgos en disputa y la necesidad de unificar estrategias, la nueva CGT que emerja de Obras definirá, en buena medida, si el movimiento obrero logra recuperar voz propia o cede protagonismo en uno de los momentos más decisivos de su historia reciente.
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