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Será escalonado en tres cuotas, la primera se paga en diciembre y será del 10%. También aumentó el porcentaje por zona desfavorable. Dos gremios rechazaron el acuerdo por insuficiente.

La Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares es un órgano tripartito conformado por representantes del Estado, de los trabajadores y de los empleadores. Ayer, en este contexto se resolvió un aumento salarial del 28% escalonado en tres cuotas a pagar en los próximos cinco meses.

Esa categoría es con retiro e incluye tareas de limpieza, lavado, planchado, mantenimiento, elaboración y cocción de comidas y, en general, toda otra tarea típica del hogar.

Los salarios del personal doméstico no se ajustan por el salario mínimo, vital y móvil porque está excluido de ese régimen. Se rigen por lo que resuelva la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares. Los últimos datos del INDEC marcan que el personal doméstico informal o no registrado fue el más afectado por la pandemia y cuarentena.

Este año, el sueldo de la empleada de casas particulares tuvo un aumento del 10% en dos tramos. El primero en marzo y el segundo en mayo, a través de la resolución 1/2020 de la Comisión. Con la pandemia, el Gobierno incluyó al personal entre los beneficiarios del IFE pero, según el informe de la Unión de Trabajadores Domésticos y Afines (UTDA), casi la mitad de las trabajadoras domésticas no lo cobraron.

Por su parte, los empleadores de trabajadoras de casas particulares estuvieron excluidos del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) por el que el Estado pagaba los sueldos de los trabajadores privados por el equivalente a entre uno y 2 salarios mínimos.

Los empleadores alcanzados por Ganancias pueden deducir este año de la base imponible del impuesto los pagos al personal de servicio doméstico: y las contribuciones sociales, hasta $ 123.861,17 en el año.

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El petróleo dispara los salarios y ensancha la brecha regional en Argentina

Neuquén encabeza el ranking salarial privado con ingresos netos que superan los 2,6 millones de pesos mensuales, impulsados por la expansión hidrocarburífera de Vaca Muerta. El crecimiento del sector derrama sobre actividades complementarias, pero al mismo tiempo amplía brechas internas, regionales y de género. El dinamismo patagónico contrasta con provincias donde los sueldos no alcanzan ni un quinto del promedio neuquino, reavivando el debate sobre diversificación, equidad y sostenibilidad del modelo energético.

El efecto multiplicador se refleja en remuneraciones que superan por amplio margen a sectores como enseñanza, comercio o agro, cuyos ingresos no alcanzan ni una quinta parte de los salarios petroleros. La disparidad interna es contundente: si bien solo el 16,5% de los trabajadores formales neuquinos se desempeña en el rubro hidrocarburífero, ese segmento concentra el 38% de la masa salarial y explica el 45% del Producto Bruto Geográfico. En diciembre de 2024, con el pago del aguinaldo, el salario promedio del sector alcanzó los 7,7 millones de pesos, más de cinco veces lo que perciben otras ramas productivas.

Una Patagonia bien remunerada y un Norte postergado

Los datos oficiales del INDEC muestran que Neuquén encabeza el mapa salarial, seguido por Chubut, con 1.789.204 pesos de ingreso neto, y Río Negro, con 1.682.624. Todas estas jurisdicciones superan con holgura el promedio nacional, que en mayo de 2025 se ubicaba en 1.350.000 pesos.

La explicación, nuevamente, es energética. Tanto Chubut como Río Negro capitalizan actividades onshore, offshore y cadenas vinculadas al desarrollo shale. Sin embargo, esta prosperidad profundiza la brecha con otras regiones del país. Mientras el Área Metropolitana de Buenos Aires exhibe un promedio de 1.593.245 pesos —inferior al neuquino— provincias del Norte enfrentan realidades extremas: Santiago del Estero, por ejemplo, registra un salario medio de apenas 449.603 pesos, casi seis veces menos que el neuquino.

Ajustes salariales que amplían la distancia y una estructura interna desequilibrada

Los aumentos salariales entre junio de 2024 y junio de 2025 confirmaron la tendencia: Neuquén creció un 55%, Río Negro un 56% y Chubut un 41%, todos por encima del incremento nacional del 31%. Esta aceleración amplifica diferencias tanto entre provincias como dentro de cada estructura productiva.

En Neuquén, comercio y construcción —que junto a petróleo, industria y servicios concentran el 75% del empleo privado— quedan rezagados frente a los ingresos del sector energético. El informe del Grupo de Apoyo al Proyecto Petrolero (GAPP) advierte sobre una matriz laboral “profundamente desigual”, en la que rubros como pesca, intermediación financiera, electricidad o servicios empresariales tienen escasa incidencia salarial y escaso poder de atracción para trabajadores calificados.

Brecha de género persistente y baja participación femenina en la energía

La desigualdad también opera en clave de género. A nivel nacional, la brecha salarial es del 27,2%, según el INDEC. En Vaca Muerta, la participación de mujeres no supera el 18%, lo que limita su acceso a los salarios más altos del país. Aunque existen iniciativas —como la Red de Mujeres de la Energía y programas de SLB y Halliburton— orientadas a atraer talento femenino, no hay indicadores que reflejen una mejora significativa ni una reducción de la brecha dentro del sector.

El desafío de convertir riqueza en desarrollo equilibrado

Neuquén y la Patagonia energética muestran el potencial del shale para dinamizar empleo, inversión y salarios. Pero ese mismo impulso revela tensiones estructurales: desigualdades regionales que se profundizan, sectores productivos que quedan rezagados y una inserción laboral femenina aún limitada. Organismos como la OIT advierten que, sin políticas activas de diversificación, formación digital, igualdad de oportunidades y desarrollo territorial, el modelo corre el riesgo de consolidar desequilibrios que afecten tanto la movilidad laboral como la inclusión económica.

Vaca Muerta sigue siendo el corazón de la expansión salarial argentina. El desafío, cada vez más evidente, es transformar ese impulso excepcional en crecimiento equilibrado, sostenible y capaz de integrar a más sectores y regiones del país.

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Essen reduce personal y sustituye fabricación nacional

La tradicional fábrica de ollas Essen despidió al 10% de sus trabajadores y comenzó a sustituir casi la mitad de su producción por productos terminados provenientes de China. En un contexto de consumo retraído y creciente ingreso de importaciones, la UOM denuncia un proceso de achicamiento que podría profundizarse en los próximos meses y alerta por nuevos riesgos en otras metalúrgicas de la región.

La crisis golpeó de lleno a Essen, una de las marcas más reconocidas del país en la producción de ollas y utensilios de aluminio. La planta ubicada en Venado Tuerto, Santa Fe, despidió a 30 trabajadores —cerca del 10% de su plantilla total—, mientras avanza en un proceso de sustitución de producción nacional por importaciones provenientes de China, que ya representarían alrededor del 45% de sus ventas.

El ajuste, según denuncian los trabajadores, se siente en el día a día. “El achique viene de una baja de producción que los trabajadores lo ven en sus puestos”, señaló Oscar Infante, secretario general de la UOM San Fe. Sectores clave de la fábrica, que antes funcionaban a ritmo pleno, hoy operan con maquinaria detenida o con turnos reducidos.

La empresa habla de “reestructuración”, pero crece el temor a más despidos

Desde la empresa, la reducción de personal se presenta como parte de un proceso de “reestructuración”, aunque entre los trabajadores crece la preocupación: si la importación de productos terminados gana terreno, la producción local podría volverse marginal y dejar a más empleados en riesgo.

“Estamos aprovechando la crisis para hacer achiques”, admitió Infante al describir la lógica que, según la UOM, está guiando la estrategia empresaria. No obstante, los directivos habrían prometido en una reunión reciente que no habrá nuevos despidos en lo que resta del año, un compromiso que los trabajadores ven con cautela ante la caída sostenida de la demanda.

La apertura importadora y un mercado interno debilitado

El caso de Essen refleja un fenómeno más amplio que atraviesa a la industria metalúrgica: la combinación de recesión, menor consumo y una apertura importadora creciente está dejando en jaque a decenas de fábricas que dependen del mercado interno.

La sustitución de producción local por importaciones se volvió una salida rápida para empresas que enfrentan costos crecientes y ventas en retroceso. En la práctica, esta dinámica no solo achica planteles, sino que debilita el entramado productivo regional, donde cada puesto perdido afecta a proveedores, trabajadores tercerizados y comercios asociados.

Corven también en alerta: posibles 40 despidos

La situación en Venado Tuerto no se limita a Essen. La UOM también advierte sobre un posible recorte en la fábrica Corven, donde podrían cesar a unos 40 trabajadores si se confirma la reducción de líneas de producción.

El sindicato denuncia que “la crisis industrial en la región se está profundizando” y teme que, si no se adoptan medidas para frenar el ingreso indiscriminado de importaciones, más empresas recurran a recortes similares.

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Milei clausura el Consejo de Mayo tras nuevas filtraciones y crece la tensión por la reforma laboral

La experiencia del Consejo de Mayo llega a su fin envuelta en tensiones, desconfianzas y un marcado desequilibrio institucional. Lo que el Gobierno había presentado como un espacio para articular consensos entre los actores centrales del sistema productivo —gobernadores, cámaras empresariales e industria— se disolvió antes de consolidarse como mesa tripartita. Las reiteradas filtraciones de los borradores sobre la reforma económica y laboral precipitaron la decisión presidencial: Javier Milei ordenó clausurar de manera definitiva el Consejo.

Según reveló el periodista David Cayol, la Casa Rosada había intentado blindar las discusiones mediante acuerdos de confidencialidad, exigencia resistida por una mayoría de los mandatarios provinciales. El Ejecutivo había logrado cierta adhesión en sectores del empresariado, pero los gobernadores rechazaron firmar cualquier compromiso que limitará su margen político. Las tensiones internas se tornaron inocultables y, para Milei, las filtraciones representaron una traición que justificó el cierre del ámbito.

Sin embargo, las causas de fondo exceden el enojo presidencial. La arquitectura jurídica de las reformas —incluida la laboral— no se diseñó en oficinas del Gobierno, sino en estudios privados vinculados directamente al empresario Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA. La última versión de la Ley Bases ingresada al Congreso fue elaborada desde la terminal informática de uno de los abogados del propio industrial, un hecho que expone el peso decisivo del sector empresarial en la confección normativa.

En contraste, la representación sindical ocupó un asiento simbólico y acotado. Gerardo Martínez, enviado por la CGT, participó de las reuniones sin acceso real a los textos preliminares ni margen de incidencia en el contenido central de la reforma laboral. Aunque la Casa Rosada insiste en que el proyecto “no está escrito”, diversos borradores circulan hace semanas y sus lineamientos están prácticamente definidos. El virtual desplazamiento de las organizaciones de trabajadores de la discusión profundiza la crítica sindical: una reforma diseñada unilateralmente en clave empresarial.

Los gobernadores, mientras tanto, transitan su propio frente de conflicto: la disputa por los fondos de coparticipación. Esa tensión condiciona cualquier articulación futura con la Casa Rosada y plantea un escenario de imprevisibilidad política en la previa del debate legislativo. La disolución del Consejo plantea un interrogante crítico: ¿cómo reaccionarán las provincias en el Senado cuando deban posicionarse sobre una reforma que impacta directamente en las relaciones laborales y en la economía regional?

El borrador que analiza la CGT —aunque todavía sin confirmación oficial— incluye modificaciones sensibles: cambios en el régimen de indemnización, eliminación de la ultraactividad de los convenios colectivos, desarticulación de mecanismos de actualización salarial, ampliación de la jornada laboral y otras reformas estructurales que la central obrera interpreta como un retroceso profundo en derechos adquiridos. La conducción sindical anticipó su rechazo y se prepara para un escenario de confrontación parlamentaria y callejera.

La última reunión del Consejo de Mayo pondrá fin a un experimento que nunca logró equilibrio ni representatividad plena. Con su cierre, el Gobierno enviará al Congreso un informe final que será transformado en proyecto de ley. A partir de entonces, el Parlamento se convertirá en el epicentro de un debate que ya divide al país: una reforma laboral impulsada desde el poder económico, resistida por el movimiento obrero y condicionada por la fragilidad política de los gobernadores.

El cierre anticipado del Consejo de Mayo desnuda una dinámica que tensiona la promesa de diálogo que el Gobierno intentó instalar. Mientras el empresariado influyó decisivamente en la redacción de las reformas, los sindicatos quedaron relegados y los gobernadores se movieron entre la desconfianza política y la disputa fiscal. Con el proyecto a punto de llegar al Congreso, el tablero se reconfigura: la reforma laboral dejará de ser una discusión reservada para convertirse en una pulseada abierta que pondrá a prueba alianzas, liderazgos y la capacidad real del oficialismo para articular mayorías. Lo que se define ahora no es solo un cambio normativo: es el modelo de relaciones laborales que regirá en la Argentina durante las próximas décadas.

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