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Cumbre del Círculo Rojo: la elite empresarial ratificó su respaldo a Milei en una cena millonaria

Con tarjetas de hasta 250 mil dólares, casi 500 empresarios y funcionarios participaron del cierre de año de la Fundación Faro, el think tank libertario. La velada dejó una recaudación estimada en 15 millones de dólares y exhibió, sin matices, el alineamiento del poder económico con el proyecto oficial.

El llamado Círculo Rojo volvió a reunirse para dejar un mensaje político inequívoco: el respaldo al presidente Javier Milei no solo se sostiene, sino que se profundiza. El pasado 16 de diciembre, en el exclusivo Yacht Club de Puerto Madero, la Fundación Faro —el think tank ideológico de La Libertad Avanza que preside Agustín Laje— organizó su evento de cierre de año con una asistencia récord de empresarios de primera línea, funcionarios nacionales y referentes del establishment.

La postal fue elocuente. Casi 500 invitados, tarjetas individuales valuadas en 40 mil dólares y mesas completas que alcanzaron los 250 mil. El monto final, según reconstrucciones periodísticas, rondó los 15 millones de dólares, una cifra que expresa con crudeza la magnitud del apoyo económico que el sector concentrado decidió volcar sobre el proyecto libertario.
No se trató de una reunión más. Fue una demostración de fuerza, un gesto político y financiero de quienes hace dos años apostaron por Milei y hoy celebran que el programa económico que impulsan desde hace décadas comience a ejecutarse sin mediaciones.

Una noche para ratificar el rumbo

El evento se desarrolló en dos tiempos. Primero, un cóctel al aire libre en el deck del Yacht Club; luego, tras el discurso presidencial, la cena formal. Los anfitriones fueron Georgie, Juan y Patricio “Paddy” Neuss, empresarios con intereses en energía, transporte y servicios públicos. Paddy Neuss, además, está casado con María Blaquier, heredera del grupo Ledesma, uno de los símbolos históricos del poder económico argentino.

El discurso de Milei fue recibido con entusiasmo por un auditorio compuesto mayoritariamente por CEOs y grandes accionistas. Allí, el Presidente volvió a plantear su ya conocida narrativa: el crecimiento económico —según su visión— no llegará de manera homogénea y será cuestionado por la oposición. En su estilo frontal, reafirmó su rechazo a la justicia social, a la que volvió a calificar como “un robo”.

Lejos de incomodar, esas definiciones fueron celebradas. El aplauso cerrado dejó en claro que el público presente se reconoce entre los ganadores del modelo que se está consolidando: un esquema donde la rentabilidad empresaria ocupa el centro y las consecuencias sociales quedan relegadas a un segundo plano.

Funcionarios, CEOs y una mesa común

La organización del evento cuidó cada detalle simbólico. La disposición de las mesas intercaló dirigentes políticos y empresarios, una puesta en escena pensada para exhibir la cercanía entre el sector privado concentrado y los actuales conductores del Estado. La logística estuvo a cargo de Mariana Galante, titular de la Fundación Banco Nación.

Entre los funcionarios presentes se destacaron el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem; el jefe de Gabinete, Manuel Adorni; la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello; y el exministro Luis Petri. La imagen fue clara: el poder político y el poder económico compartiendo mesa, estrategia y horizonte.

Los nombres del respaldo empresarial

La lista de asistentes expuso la amplitud y profundidad del respaldo empresarial al gobierno libertario. Entre ellos estuvieron Martín y Hugo Eurnekian, sobrinos del titular de Corporación América; Horacio Marín, CEO de YPF; Alejandro Simón, de Sancor Seguros; Martín Cabrales; y Manuel Santos Uribelarrea, de MSU Energy, recientemente beneficiado por procesos de reprivatización de centrales hidroeléctricas.

También dijeron presente Damián Pozzoli y Carlos Giovanelli, del Grupo Inverlat (Havanna), recientemente asociados a los Neuss en la adquisición de distribuidoras eléctricas en distintas regiones del país. Mauricio Filiberti, dueño de Transclor y proveedor estratégico de AySA, ocupó una de las mesas principales.

El sector tecnológico estuvo representado por Martín Migoya, fundador de Globant y referente de Endeavor junto a Marcos Galperín, mientras que el comercio y la industria sumaron figuras como Federico y Sebastián Braun (La Anónima y hotelería), Francisco De Narváez, Juan Nápoli (Banco de Valores), Martín Rappallini (UIA), Luis Galli y Rubén Cherñajovsky (Newsan).
Entre los asistentes que despertaron mayor curiosidad apareció el ex presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio, acompañado por Zulemita Menem, en una postal que mezcló poder económico, política y herencias históricas del poder argentino.

La cena del Yacht Club no fue solo un evento social ni una recaudación exitosa. Fue una escena condensada del modelo político y económico que se está desplegando. Empresarios que financian, funcionarios que ejecutan y un presidente que enuncia sin rodeos quiénes serán los ganadores y quiénes cargarán con los costos.

Mientras el discurso oficial insiste en las virtudes del ajuste y la desregulación, la imagen de una elite dispuesta a pagar cientos de miles de dólares por una mesa confirma que el poder real ya eligió su lugar. Y también deja una pregunta abierta, que trasciende los aplausos de salón: ¿quiénes quedarán afuera cuando llegue la cuenta social de este proyecto?

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