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Whirlpool cerró sin aviso su planta de Pilar y dejó a más de 220 trabajadores en la calle

La multinacional estadounidense anunció de forma intempestiva el cierre definitivo de su planta en el Parque Industrial Fátima, en Pilar, dejando sin empleo a entre 220 y 300 trabajadores. La empresa atribuyó la medida a la caída del mercado y el avance de productos importados. La UOM exige una mesa de diálogo urgente, mientras crece la tensión dentro de la fábrica.

El impacto fue inmediato y profundo. Este miércoles por la mañana, los trabajadores de Whirlpool fueron convocados al comedor de la planta del Parque Industrial Fátima, en Pilar. Allí, sin preaviso ni instancias previas de negociación, la empresa anunció el cierre definitivo de la fábrica y la desvinculación total de su personal. En cuestión de minutos, la planta inaugurada en 2022 tras una millonaria inversión quedó paralizada.

Según estimaciones iniciales, entre 220 y 300 empleados fueron informados de que la decisión tenía efecto inmediato. La sorpresa se extendió incluso a sectores administrativos y al propio departamento de Recursos Humanos, que también habría quedado alcanzado por la medida. El desconcierto derivó en asambleas espontáneas dentro del predio, donde los operarios reclamaron explicaciones y garantías respecto de las indemnizaciones.

Whirlpool justificó el cierre en la fuerte caída de ventas, el estancamiento del mercado interno y el incremento de la importación de electrodomésticos, factores que —según la compañía— volvieron inviable la continuidad productiva. La planta se dedicaba a la fabricación de lavarropas tanto para el mercado nacional como para la exportación, y había sido presentada como un proyecto estratégico de expansión.

A pesar de la clausura repentina, la empresa aseguró que mantendrá su estructura comercial y de distribución en la Argentina, lo que profundizó las dudas sobre la naturaleza y el alcance real de la decisión.

Pocas horas después del anuncio, la UOM se hizo presente para interiorizarse del cuadro de situación. Gremialistas reconocieron que también ellos fueron tomados por sorpresa y anticiparon que exigirán una instancia urgente de negociación. El sindicato evalúa las medidas a seguir ante un cierre que consideran no solo intempestivo sino también de alto impacto para la actividad metalmecánica.

Mientras tanto, los trabajadores resolvieron permanecer en la planta hasta obtener información precisa sobre su futuro. La incertidumbre domina el clima interno: nadie sabe aún cómo se instrumentarán las indemnizaciones ni si habrá margen para revertir la decisión. Con el paso de las horas, la tensión crece.

El cierre de Whirlpool se produce en un escenario ya crítico para la industria argentina. La apertura importadora, la caída del consumo interno y la recesión vienen golpeando de lleno a los sectores manufactureros. En este contexto, la retirada de una firma global con inversión reciente funciona como señal de alarma para toda la cadena productiva.

Para los gremios, la situación de Whirlpool puede ser un anticipo de nuevos conflictos industriales, especialmente en rubros donde las importaciones compiten de manera directa con la producción local. La abrupta decisión evidencia una fragilidad que el entramado industrial venía advirtiendo, pero que ahora toma forma en cierres concretos y pérdida masiva de empleos.

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