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Crisis del ingreso: el 50% de las familias argentinas recurre a deudas o ahorros para subsistir

La crisis económica y la erosión de los ingresos reales continúan impactando de lleno en la estructura de los hogares argentinos. Según el reciente estudio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) titulado “Estrategias de manutención: ¿cómo organizan su economía los hogares argentinos?”, el 50% de las familias recurre a endeudarse, usar ahorros o vender bienes personales para llegar a fin de mes.

El relevamiento, correspondiente al primer semestre de 2025, muestra un cuadro preocupante: el 37,4% de los hogares utilizó sus ahorros, el 16,1% pidió dinero a familiares o amigos, el 14,2% accedió a préstamos financieros, y más de la mitad (50,9%) compró en cuotas o al fiado, muchas veces mediante tarjeta de crédito. Además, el 9,3% tuvo que vender pertenencias para afrontar los gastos cotidianos.

La comparación histórica marca un deterioro sostenido del bienestar económico. En 2003, apenas el 19,9% de los hogares recurría a sus ahorros, y solo el 3,4% solicitaba créditos a entidades financieras. Dos décadas después, los préstamos de bancos y financieras aumentaron 10,8 puntos porcentuales, y la compra en cuotas o fiado creció casi 29 puntos, lo que muestra la consolidación de la deuda como herramienta estructural de supervivencia.

“El uso de ahorros se incrementó especialmente desde 2018 y alcanzó su máximo histórico en 2024, cuando un 40,1% de los hogares declaró haberlos utilizado para gastos corrientes”, señala el informe del INDEC.

El estudio también revela fuertes diferencias según el nivel de ingreso: los hogares de mayores recursos acceden al crédito formal —bancos y financieras—, mientras que entre los sectores de menores ingresos predomina el endeudamiento informal, principalmente con familiares, amigos o comercios de cercanía. Esta desigualdad refuerza la brecha entre quienes aún pueden planificar su economía y quienes solo intentan sostener el día a día.

Los analistas del organismo advierten que la tendencia refleja una creciente vulnerabilidad estructural, potenciada por la caída del salario real, que acumula una pérdida superior al 30% en los últimos años. La inflación persistente, la pérdida de empleos de calidad y la falta de actualización de los ingresos explican que cada vez más familias dependan de mecanismos excepcionales para sobrevivir.

“Se observa una caída de los ingresos en especie y un incremento de la financiación de los gastos —sea por vías formales, como las tarjetas de crédito, o informales, como el fiado—, además del uso creciente de ahorros para cubrir necesidades corrientes”, advierte el informe.

La consecuencia social de este fenómeno es evidente: una economía doméstica que se sostiene sobre recursos no renovables, donde las familias liquidan activos o se endeudan para mantener su consumo básico.

La radiografía del INDEC expone con crudeza la fragilidad económica de los hogares argentinos, atrapados entre la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. Si en 2003 las estrategias de financiamiento eran una excepción, hoy se han convertido en una norma. La mitad de las familias vive dependiendo de mecanismos extraordinarios para sobrevivir, en una economía donde el ahorro se diluye y el crédito se vuelve un salvavidas cada vez más caro.

En un entorno de alta incertidumbre y expectativas de recuperación aún débiles, el dato refleja algo más profundo que una coyuntura: una transformación estructural del modo en que las familias argentinas sostienen su vida cotidiana, entre la resistencia y la vulnerabilidad.

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