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La CGT cierra filas contra la reforma laboral y se encamina a una conducción unificada

En un plenario con más de 60 gremios, la conducción de la CGT ratificó su rechazo al proyecto de reforma laboral impulsado por el Gobierno y avanzó hacia un acuerdo de unidad de cara a la elección de nuevas autoridades, prevista para el 5 de noviembre. El encuentro exhibió un inusual clima de consenso entre los principales sectores sindicales.
La Confederación General del Trabajo (CGT) reunió este jueves a su mesa chica ampliada en la sede de la UOCRA, en un encuentro que duró más de tres horas y congregó a más de sesenta organizaciones. Fue una cita estratégica: allí confluyeron la preocupación por la reforma laboral que impulsa el gobierno de Javier Milei y los preparativos para el Congreso Nacional Ordinario del próximo 5 de noviembre, donde se renovará el Consejo Directivo de la central.
La reunión, encabezada por el anfitrión Gerardo Martínez (UOCRA) junto a los cosecretarios generales Héctor Daer (Sanidad) y Octavio Argüello (Camioneros), marcó un punto de inflexión en la dinámica interna de la central obrera. La ausencia de Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), referente del sector barrionuevista, no alteró el tono de unidad que caracterizó la jornada.
Entre los presentes se destacaron figuras de peso del movimiento obrero: Hugo Moyano (Camioneros), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Armando Cavalieri (Comercio), Abel Furlán (UOM), Mario “Paco” Manrique (SMATA), Cristian Jerónimo (Vidrio), Vanesa Núñez (UTEDYC), Marina Jaureguiberry (SADOP) y Alejandro Gramajo (UTEP), entre otros. También participaron representantes de gremios estatales y del sector de la economía popular, lo que aportó amplitud al debate.
La vuelta de Manrique —quien había renunciado a la Secretaría Gremial en 2024— fue uno de los hechos más comentados. Su presencia, junto con la de Furlán, sumó una nota política: ambos reivindicaron la figura de Cristina Fernández de Kirchner, en contraste con discursos más críticos hacia el peronismo tras la derrota electoral. Sin embargo, y a diferencia de otras etapas, las diferencias no derivaron en fricciones. Según fuentes gremiales, el clima fue de autocrítica constructiva y coincidencia generalizada en preservar la cohesión del movimiento obrero.
“Tenemos que actuar con prudencia, pero también con determinación”, resumió un dirigente histórico al salir de la reunión. En ese espíritu, la CGT acordó mantener una línea de rechazo enfático a los borradores de reforma laboral que circulan en despachos oficiales y que, según los asistentes, “ponen en riesgo el modelo sindical argentino”. Entre los puntos más cuestionados figuran la posibilidad de negociar salarios por empresa, los llamados “salarios dinámicos” y la desregulación de las indemnizaciones.
El diagnóstico compartido es que el proyecto oficial “pretende desarticular la negociación colectiva y fragmentar a los trabajadores”, por lo que la respuesta de la central se definirá en clave “multiacción”: institucional, judicial y de movilización, replicando la estrategia que desplegó frente al DNU 70/23.
En cuanto a la elección del próximo 5 de noviembre, el plenario ratificó la voluntad de mantener el formato de conducción colegiada. Todo indica que el nuevo Consejo Directivo volverá a estructurarse en torno a un triunvirato, con respaldo transversal de los distintos bloques internos. El proceso de renovación incluirá la elección de 36 secretarías y 14 vocalías, entre ellas las de Relaciones Internacionales, Interior, Prensa y Comunicación, y se extenderá hasta el 11 de noviembre de 2029.
El Congreso se realizará en el estadio de Obras Sanitarias, sobre la avenida Del Libertador, y prevé además la presentación de las memorias y balances de los últimos cuatro ejercicios. Será también el escenario de un debate sobre la coyuntura política, social y económica del país, y el rol que deberá asumir el sindicalismo en los próximos años.
A una semana de su Congreso, la CGT se muestra con un frente interno inusualmente alineado y con un mensaje claro hacia el Gobierno: no habrá acompañamiento a ninguna reforma que implique retrocesos en derechos laborales o debilitamiento del poder sindical.
El desafío inmediato será sostener esa unidad en un contexto económico tenso y con un oficialismo decidido a avanzar sobre el marco regulatorio del trabajo. En ese tablero, la central obrera busca proyectarse no solo como actor de resistencia, sino también como referente político de equilibrio, capaz de articular una respuesta colectiva ante lo que considera un intento de “refundación” regresiva del sistema laboral argentino.