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La canasta básica del jubilado supera $1,5 millones y cuadruplica la mínima

La Defensoría de la Tercera Edad estimó en $1.514.074 el valor de la canasta básica que refleja el costo de vida de los jubilados en septiembre de 2025. El informe expone la creciente distancia con la jubilación mínima, que con bono alcanza $390.277, y alerta sobre la situación crítica de quienes cobran pensiones no contributivas o la PUAM.
La nueva medición de la Defensoría de la Tercera Edad confirma un panorama alarmante para la población jubilada. En solo seis meses, la canasta básica que estima las necesidades esenciales de los mayores aumentó un 26,12 %, ubicándose en $1.514.074 mensuales.
La composición del gasto revela la presión de los rubros centrales: medicamentos representan el 27 % del total ($402.880), la alimentación un 23 % ($348.000), la vivienda un 19 % ($294.000) y los artículos de limpieza un 7 % ($107.444). Se trata de cifras obtenidas en base a relevamientos en áreas urbanas donde se concentra la mayor proporción de personas mayores, como Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, Córdoba, Rosario y Mendoza.
La brecha con las jubilaciones mínimas
La disparidad entre el costo de vida y los haberes previsionales es abismal. En septiembre de 2025, la jubilación mínima —incluyendo el bono extraordinario de $70.000— alcanzó los $390.277,17, apenas una cuarta parte de la canasta estimada.
La situación se agrava en los casos de pensiones más bajas. La Pensión Universal para Adultos Mayores (PUAM) se ubicó en $326.221,74, mientras que las pensiones no contributivas rondaron los $294.194,02. Estos montos, advierte la Defensoría, “están lejos de garantizar una subsistencia digna” y consolidan un escenario de creciente vulnerabilidad para uno de los sectores más golpeados por el ajuste económico.
El organismo subrayó en su informe que los datos “ratifican la situación de precariedad y miseria en la que se hunde cada vez más el sector jubilado”. La expresión refleja no solo la insuficiencia de los ingresos frente al costo de vida, sino también la presión de gastos ineludibles como los medicamentos, que se llevan más de una cuarta parte del presupuesto mensual estimado.
La escalada de la canasta del jubilado expone el deterioro estructural del sistema previsional argentino. Con un costo de vida que supera el millón y medio de pesos y haberes mínimos que apenas cubren una fracción de esa cifra, los adultos mayores enfrentan un escenario de creciente exclusión. La disparidad no solo es un indicador económico, sino también un síntoma social: la brecha entre ingresos y necesidades elementales se amplía, colocando a millones de jubilados y pensionados en una situación crítica que reclama soluciones urgentes.