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El deterioro del ingreso golpea con fuerza al empleo formal y ubica al salario real por debajo de los niveles del 2001


Un estudio del Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA revela que, desde la asunción de Javier Milei, los trabajadores perdieron un 32% de poder adquisitivo. El retroceso coloca los ingresos en valores inferiores a los de 2001 y con una brecha del 62% respecto al pico alcanzado en 2011.

Un retroceso histórico en el salario real

El relevamiento académico muestra un panorama crítico para el mercado laboral argentino. Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, el salario mínimo, vital y móvil se desplomó un 32% en términos reales. A pesar de algunas mejoras en meses puntuales, la tendencia es descendente: solo en lo que va de 2025 la pérdida alcanza el 3,7%.

La comparación histórica dimensiona la magnitud del deterioro. El informe advierte que los salarios de agosto de este año se encuentran por debajo de los registrados en 2001, antes de la caída de la convertibilidad. Además, en relación con el máximo de la serie —septiembre de 2011—, la reducción alcanza el 62%.

Empleo formal en retroceso

El mercado laboral tampoco logra escapar a la contracción. En junio, último dato disponible, se destruyeron 12.200 puestos asalariados formales en el sector privado. Aunque el sector público sumó 7.800 empleos, el saldo total fue negativo, con una pérdida neta de 4.100 puestos, incluyendo el trabajo en casas particulares.

Según los registros del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), había en junio alrededor de 10,1 millones de trabajadores asalariados registrados. El informe del EDIL precisa que, tras leves recuperaciones intermitentes, el empleo formal volvió a retroceder en abril, mayo y junio de 2025, ubicándose en niveles similares a los de enero.

En perspectiva interanual, en junio de 2025 hubo 18.000 empleos formales menos que en junio de 2024, lo que equivale a una contracción del 0,2%. Frente a noviembre de 2023, el ajuste es mucho más marcado: casi 190.000 puestos destruidos, un 1,8% del total.

El peso de la política económica

La combinación de caída salarial y reducción del empleo refleja el impacto del programa económico implementado por la actual gestión. Con un enfoque de ajuste fiscal severo y apertura de mercado, la política oficial ha mantenido la inflación en niveles altos, al tiempo que los ingresos de los trabajadores se vieron erosionados por la falta de recomposición acorde.

Los analistas advierten que el retroceso no solo afecta el consumo interno, sino que compromete la sostenibilidad social y económica. El salario, motor del mercado doméstico, se encuentra en mínimos históricos, lo que limita la recuperación de la actividad y acentúa la precarización.

El informe de la UBA confirma un diagnóstico que se refleja en la vida cotidiana: la pérdida del poder adquisitivo se transformó en un fenómeno estructural. Con un salario real por debajo de los niveles de 2001 y con un retroceso equivalente a dos tercios de su valor histórico máximo, los trabajadores enfrentan un escenario de fragilidad que amenaza con profundizar la desigualdad. En paralelo, la destrucción de empleo formal erosiona aún más el tejido laboral. La “miseria planificada”, como titulan algunos economistas, se instala como uno de los rasgos más duros de la era Milei.

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