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El empleo informal ya alcanza al 43,2% y golpea fuerte a mujeres y jóvenes

Un informe del Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL-UBA/CONICET) reveló que la tasa de informalidad creció a 43,2% en el segundo trimestre de 2025. El fenómeno afecta especialmente a jóvenes, mujeres y trabajadores de la construcción y el servicio doméstico. La informalidad se vincula directamente con la pobreza laboral: 4 de cada 10 empleados sin registrar viven en hogares pobres.

La informalidad laboral volvió a crecer en la Argentina y alcanzó en el segundo trimestre del 2025 al 43,2% de la fuerza de trabajo, lo que equivale a 4 de cada 10 ocupados fuera de la cobertura legal, impositiva y de seguridad social. El dato surge del informe “Panorama del empleo informal y la pobreza laboral” elaborado por el EDIL del IIEP (UBA/CONICET), y muestra un avance de 1,6 puntos porcentuales en comparación con el mismo período del 2024.

El estudio señala que la incidencia es particularmente alta entre los trabajadores por cuenta propia (62,5%) y que, dentro del universo de la informalidad, el 63% corresponde a asalariados, un 34% a cuentapropistas y el resto a patrones o familiares sin remuneración. Con un 37,7%, la informalidad asalariada trepó al nivel más elevado desde 2008 —con la sola excepción del segundo trimestre de 2022— y consolida una tendencia de estancamiento en torno a valores muy altos desde hace casi dos décadas.

La precarización no impacta de manera homogénea. Las mujeres registraron mayores niveles de informalidad que los hombres (43,2% frente a 41,1%), aunque son los varones jóvenes quienes muestran la tasa más elevada: 64,1% en el segmento de 16 a 24 años. En promedio, seis de cada diez jóvenes ingresan al mercado laboral en condiciones informales, cifra que duplica la de los adultos de 45 a 64 años (34,5%). En el otro extremo, entre los mayores de 65 años la tasa vuelve a trepar al 51%, evidenciando un comportamiento en forma de U.

La disparidad regional es otro factor central: mientras el Gran Buenos Aires, la región Pampeana y la Patagonia presentan tasas por debajo del promedio nacional, el Noroeste, el Nordeste y Cuyo exhiben niveles superiores al 48%. En los aglomerados patagónicos se registran los menores valores, desde un 18% en Ushuaia–Río Grande hasta un 32% en Viedma–Carmen de Patagones.

En cuanto a sectores de actividad, la informalidad se concentra en el servicio doméstico y la construcción, ambos con una incidencia del 75,4%. Allí se emplea una porción significativa de trabajadores con bajo nivel educativo: un 25,5% de los hombres con secundaria incompleta se insertan en la construcción, mientras que el 32% de las mujeres con igual nivel educativo se desempeña en casas particulares. En contraste, el empleo público presenta la menor incidencia (9%) y los servicios financieros un 20,9%.

La relación entre informalidad y pobreza laboral es directa. El informe señala que, en el primer trimestre de 2025, el 24% de los trabajadores vivía en hogares pobres, pero el valor se eleva al 42% entre los ocupados informales. Además, el 40% de estos últimos percibe ingresos por debajo de la línea de pobreza individual, contra apenas un 5% de los trabajadores registrados.

En perspectiva regional, Argentina se ubica en una posición intermedia: mientras Chile, Costa Rica y Brasil registran tasas de informalidad de entre 24% y 32%, Ecuador y Paraguay superan el 60%.

El avance de la informalidad en la Argentina refleja una paradoja estructural: contar con empleo no garantiza escapar de la pobreza. Con un 43,2% de los trabajadores fuera de toda cobertura laboral, la precariedad golpea con mayor dureza a jóvenes, mujeres y a quienes tienen menor nivel educativo. El fenómeno, lejos de ser coyuntural, se consolida como un problema de largo plazo que erosiona la calidad del trabajo, profundiza la desigualdad y compromete las posibilidades de desarrollo del país.

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