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Docentes universitarios celebran un triunfo histórico y ponen la mirada en el Senado

El titular de ADICUS, Jaime Barcelona, destacó la importancia de la reciente marcha federal universitaria y el rechazo legislativo a los vetos presidenciales, que reavivan la esperanza de una recomposición salarial y presupuestaria para el sector. El Senado será el próximo escenario de una pulseada clave que definirá el futuro inmediato de la educación superior en Argentina.

La jornada reciente marcó un hito en la historia de la educación universitaria argentina. La multitudinaria marcha federal, replicada en distintas provincias y con fuerte presencia en la capital, no sólo exhibió la capacidad de organización y resistencia del sector universitario, sino que coincidió con una noticia que cambió el clima de la movilización: el rechazo en Diputados a los vetos presidenciales sobre la Ley de Financiamiento Universitario.

Jaime Barcelona, titular de la Asociación de Docentes, Investigadores y Creadores de la Universidad Nacional de San Juan (ADICUS), lo definió como “un día histórico”. Tras casi dos años de lucha contra un gobierno que, según remarcó, licuó salarios con una pérdida real del 40% y congeló el presupuesto en valores de 2023, el dirigente celebró lo que calificó como una “marcha de la alegría”.

“Nos enteramos de la votación en el transcurso de la movilización, lo que cambió el ánimo de todos. Después de tanto tiempo de resistencia, ver que el reclamo tiene eco en el Congreso es una bocanada de aire fresco”, explicó Barcelona.

El dirigente apuntó al Senado como el espacio decisivo para que la ley finalmente se convierta en realidad. El proyecto contempla la recomposición de los salarios docentes y no docentes en función de la inflación acumulada, así como partidas específicas para infraestructura, equipamiento y funcionamiento general. “Sin ese financiamiento, la universidad no puede sostenerse. Hoy los recursos están tan restringidos que impactan directamente en la calidad académica: viajes de estudio cancelados, reducción de horas de cátedra y docentes que abandonan la universidad para buscar ingresos en otros sectores”, advirtió.

La falta de inversión ya se traduce en efectos concretos. Facultades que apenas cuentan con 300 mil pesos anuales para actividades de campo, investigadores que reducen sus cargas horarias y estudiantes que ven limitadas sus oportunidades de formación práctica son algunos de los síntomas de un deterioro que, según Barcelona, “no tiene precedentes”.

El presupuesto universitario vigente se corresponde con el de 2023, prorrogado para 2024 y 2025, lo que en un contexto inflacionario superior al 200% en dos años genera un desfasaje letal. “Es una pérdida de más del 40% en términos reales, porque el Gobierno asigna discrecionalmente partidas mes a mes, lo que nos coloca en un estado permanente de incertidumbre”, señaló el titular de ADICUS.

La discusión sobre el financiamiento universitario se perfila como una de las más relevantes del calendario legislativo inmediato. Su definición marcará no solo el rumbo de las condiciones laborales de docentes y no docentes, sino también la capacidad del sistema universitario de sostener su misión central: garantizar educación pública, gratuita y de calidad en todo el país.

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