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Cabello advierte: “No podemos subirnos al caballo de la soberbia”

La política argentina recibió un sacudón con el triunfo del peronismo en la provincia de Buenos Aires, que reordenó el mapa electoral y puso en jaque al gobierno de Javier Milei. Mientras el oficialismo relativiza el resultado, el sindicalismo celebra un revés que considera consecuencia directa de las políticas de ajuste y del maltrato hacia los sectores populares.

Entre las voces más relevantes que surgieron en las últimas horas, se destaca la de Eduardo Cabello, secretario general de la UOCRA en San Juan y referente de la CGT provincial. Con tono firme, pero alejado de los triunfalismos, señaló: “Compartimos la alegría del triunfo, pero debemos ser responsables. La gente le pasó factura al gobierno, pero no podemos subirnos al caballo de la soberbia. Ahora hay que construir con seriedad y no creer que todo está resuelto”.

Cabello remarcó que las elecciones de medio término funcionan como un mecanismo de advertencia: “Cuando un gobierno ajusta, maltrata o se burla de la gente, tarde o temprano la sociedad le responde en las urnas. Eso fue lo que ocurrió. Pero todavía no es un triunfo nacional, es una señal clara que hay que interpretar con humildad”.

El sindicalista vinculó el voto con el deterioro de las condiciones de vida. La recesión se hizo sentir con fuerza en el sector de la construcción, uno de los motores históricos de la economía, que atraviesa una de sus peores crisis: “En seis meses hemos perdido más de 300 mil puestos de trabajo. Cuando cae la economía, cae la construcción y con ella todas las actividades asociadas. El ajuste golpea de punta a punta”.

Empleo en negro y desigualdad

El dirigente alertó sobre un fenómeno creciente: la precarización laboral. “De cada dos o tres que quedan fuera del Estado, apenas uno consigue empleo en el sector privado, muchas veces en condiciones informales. Eso multiplica la inseguridad y genera un círculo de explotación que se extiende por todo el país”, denunció.

El gremialista también hizo hincapié en la persistencia de la brecha salarial de género y en el cierre de pequeñas y medianas empresas, que dejan a miles de familias sin sustento. “Estamos atravesando una época triste, de persianas bajas y oportunidades frustradas. Se habla de ajuste para cumplir con el Fondo Monetario, pero se olvidan de que el mismo organismo exige destinar recursos a políticas sociales. La pregunta es: ¿dónde está ese dinero?”, cuestionó.

Unidad sindical y autocrítica

Más allá de la crítica al gobierno, el referente de la CGT local, no esquivó la autocrítica hacia el propio movimiento obrero y la dirigencia política. “El país no puede seguir siendo rehén de malas políticas y peleas internas. El sindicalismo debe dejar de fragmentarse en diez corrientes distintas para ver quién lidera y empezar a defender de verdad al trabajador. La gente necesita propuestas, no disputas por la torta”, sentenció.

En ese sentido, planteó que el desafío central de la CGT es reconstruir la unidad, pero no desde el mero acuerdo de cúpulas, sino a partir de una agenda concreta: defensa del empleo, paritarias libres, protección social y un plan de desarrollo que reactive la producción. “Tenemos que ser inteligentes y avanzar con propuestas, no con confrontación vacía. La Argentina ya no se puede manejar sin consensos”, subrayó.

Libertad de expresión y democracia

Cabello también se refirió al comunicado emitido recientemente por la CGT nacional en defensa de la libertad de prensa, luego de que la justicia dictara una medida cautelar para frenar la difusión de audios atribuidos a la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. “Estamos en un terreno peligroso, con jueces sospechados que toman decisiones arbitrarias. Eso demuestra la necesidad de resetear la dirigencia, reestructurarnos y volver a poner en valor la democracia”, afirmó.

Las palabras de Eduardo Cabello exponen un diagnóstico lúcido y crudo: el ajuste de Milei generó un rechazo social palpable en las urnas, pero la oposición no puede limitarse a capitalizar ese descontento. Con la construcción desplomada, el empleo en riesgo y la sociedad cada vez más fragmentada, el sindicalismo enfrenta el reto de reinventarse.
La advertencia de Cabello resuena como un llamado urgente: sin unidad, sin autocrítica y sin consensos reales, cualquier triunfo coyuntural puede diluirse en nuevas frustraciones. El pueblo, una vez más, exige respuestas de fondo y no simples celebraciones.

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