destacada
Las 62 Organizaciones Peronistas alzan su voz frente al ajuste y defienden el modelo sindical

En un plenario federal con fuerte impronta territorial, las 62 Organizaciones Peronistas reivindicaron los derechos laborales, denunciaron el deterioro del mundo del trabajo y rechazaron cualquier intento de desguace de las conquistas obreras. La unidad gremial, el protagonismo juvenil y la defensa de la dignidad nacional marcaron el tono de la jornada.
Por [Redacción]
En una etapa signada por la ofensiva liberal sobre el entramado laboral argentino, las 62 Organizaciones Peronistas —histórico brazo sindical del justicialismo— se congregaron en un plenario nacional celebrado en su sede de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Convocados por su secretario general, José Ibarra, referentes gremiales de múltiples regiones reafirmaron su compromiso con la defensa del trabajo como columna vertebral del modelo nacional, en abierta confrontación con el paradigma de ajuste que empuja la gestión actual.
El cónclave sindical tuvo un claro tono federal: acudieron representantes de seccionales bonaerenses como Zona Norte, Lanús-Avellaneda y La Matanza, además de delegaciones de provincias que trajeron consigo un diagnóstico concreto del deterioro en sus distritos. Las intervenciones reflejaron una radiografía compleja: caída de la producción, despidos masivos, debilitamiento de las obras sociales, y una erosión progresiva de las instituciones laborales.
En ese contexto de crisis, las 62 emitieron un pronunciamiento contundente. El documento, consensuado por todas las delegaciones, sostuvo sin ambigüedades que “la clase trabajadora no puede ser tratada como una variable de ajuste ni ser parte del descarte en el diseño de políticas públicas”. La frase resume el espíritu combativo del plenario y su rechazo tajante a cualquier intento de precarizar las condiciones laborales conquistadas a lo largo de décadas.
La resistencia se expresó no solo en el plano discursivo sino también en propuestas claras: fortalecer el sistema solidario de salud sindical, impedir la derogación de la indemnización por despido, defender los convenios colectivos de trabajo y custodiar la libertad sindical como derecho democrático esencial. Frente al vaciamiento institucional que denuncian, los gremialistas propusieron un modelo de país centrado en el empleo formal, con inclusión social y justicia distributiva.
El encuentro, además, sirvió como espacio de revitalización generacional. La presencia activa de cuadros juveniles y representantes de la rama femenina de las 62 evidenció la voluntad de aggiornar estructuras y prácticas. Lejos de la imagen de un sindicalismo anquilosado, el plenario expuso una dirigencia intergeneracional, dispuesta a dar la disputa tanto en las calles como en el debate cultural y político.
Entre los dirigentes presentes se destacó una diversidad de sectores: transporte, informática, gastronomía, energía, salud, remises, locutores, judiciales, entre muchos otros. Esta pluralidad gremial refuerza la legitimidad de las 62 como plataforma de síntesis obrera, con capacidad de articulación en un país profundamente desigual y fragmentado.
Uno de los mensajes más resonantes fue el cierre del Consejo Directivo Nacional, que reafirmó el mandato histórico del peronismo sindical: unidad en la acción, firmeza en la defensa de los derechos y una concepción del trabajo no como mercancía sino como pilar fundacional de la Nación. “La Patria no se vende, el trabajo no se entrega, la dignidad no se negocia”, fue la consigna que sintetizó una jornada de posicionamiento frente al vendaval regresivo que recorre el país.
Lejos de toda pasividad, el sindicalismo nucleado en las 62 Organizaciones Peronistas muestra signos de movilización, repliegue estratégico y reafirmación doctrinaria. Mientras sectores del poder insisten en deslegitimar las estructuras gremiales y reducir al trabajador a una pieza intercambiable del engranaje económico, el plenario de las 62 repone un horizonte de dignidad y justicia social. En tiempos de inestabilidad e incertidumbre, vuelve a resonar una verdad de hierro: sin trabajo con derechos, no hay democracia que se sostenga.